Fotografía de portada: jóvenes en apoyo a Isabel Díaz Ayuso en la Universidad Complutense de Madrid. DIEGO RADAMES / SOPA IMAGES / SIPA USA
Del agotamiento asistencial al dilema entre más Estado o más libertad
Los españoles demandan un giro
La realidad cotidiana
Y cada vez mas ciudadanos lo saben: basta intentar pedir cita médica, alquilar un piso o sobrevivir a un trayecto en Cercanías para comprobar que hemos cruzado una línea silenciosa. No se trata sólo de cifras. Se trata de la experiencia cotidiana del ciudadano medio, que percibe que la solidaridad intergeneracional se ha evaporado y que las promesas del asistencialismo ilimitado no se sostienen sobre ninguna base material.
Ahora bien, aquí es donde conviene hacer una precisión que muchos pasan por alto: el dilema español no es simplemente “Vox o caos migratorio”, como se plantea en algunos discursos apresurados. El verdadero dilema es entre más Estado o más libertad; entre seguir engordando una maquinaria pública que no puede absorber ni gestionar la realidad, o pivotar hacia un modelo más racional, más productivo y menos dependiente de la subvención universal como herramienta de convivencia.
Soluciones racionales. Sin arrebatos
La alternativa liberalizadora —la que propone adelgazar el Estado, liberar sectores productivos, desregular trámites que hoy asfixian a autónomos y empresas, ligar salarios a la productividad real y seleccionar la inmigración en función de su capacidad para aportar valor neto— no sólo es viable, sino que es la única capaz de absorber presiones demográficas sin fracturar la cohesión social. Y, por supuesto, es la única que puede ofrecer a los jóvenes esa promesa simple y olvidada: tu esfuerzo puede transformarse en progreso.
El enfoque restrictivo de Vox, aunque responde a un problema existente, ataca únicamente el síntoma. Reduce la presión de entrada, pero no corrige la incapacidad estructural del país para crecer con eficiencia. España no puede limitarse a cerrar la puerta si por dentro no ordena la casa. Sin un ajuste profundo del modelo económico, el cierre migratorio sería apenas un paréntesis antes del siguiente colapso.
Un PP desorientado
Por eso la verdadera discusión que Alberto Núñez Feijóo intenta esquivar por pura cobardía no es tanto sobre fronteras como sobre modelo de país. ¿Puede España sostener un Estado asistencial infinito con una economía estancada y una productividad rezagada? ¿Puede seguir atrayendo inmigración sin criterios en un sistema incapaz de integrar a los suyos?
La respuesta es tan sencilla como incómoda: no. Y si no se dice en voz alta, el problema saldrá a buscar al político que pretenda ignorarlo. Porque lo que de verdad está en juego no es un bloque ideológico u otro, sino la transición de un país agotado hacia un país viable. Un país donde el Estado sea un árbol podado y no una hiedra asfixiante, y donde el mérito sustituya a la complacencia como motor de futuro.
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Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED