Con el paso del tiempo, surge una pregunta incómoda: ¿qué fue de aquellos principios que decían guiar el nacimiento del partido?
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue creado en 1879 por un grupo de marxistas convencidos, bajo el liderazgo de Pablo Iglesias Posse. Este nacimiento respondió a la necesidad de organizar políticamente a la clase trabajadora y a la voluntad de crear un partido que se rigiera por elevados estándares ideológicos y morales. Los valores iniciales del partido desempeñaron un papel clave en la construcción de las estructuras políticas que marcarían el futuro del socialismo en España.
El fundador y la ética de los inicios
Pablo Iglesias Posse (1850-1925), se destacó como un auténtico visionario de su tiempo. Nacido en una familia humilde de Galicia y formado como tipógrafo, dedicó su vida a la defensa de la clase trabajadora y la promoción de una sociedad más justa. Su experiencia personal, marcada por la pobreza y la ausencia de recursos en Madrid, no le impidió mantener a su familia ni alcanzar una notable reputación de honradez, seriedad y disciplina.
Su trayectoria profesional y personal le permitió asumir rápidamente cargos de responsabilidad, como delegado de la Asociación Internacional de Trabajadores, presidente de la Asociación General del Arte de Imprimir y máximo responsable de la Asociación Tipográfica Española.
Clandestinidad, prensa y ascenso político
La fundación del PSOE tuvo lugar bajo la más estricta clandestinidad, en un contexto político represivo, ya que el gobierno de Sagasta se oponía al ideal socialista y a la aparición de una fuerza obrera emergente.
A pesar del riesgo, Pablo Iglesias fundó, diez años después, el periódico «El Socialista», gestionando la editorial con gran austeridad. En 1905 fue elegido concejal en Madrid por el Partido Republicano, cargo que mantuvo hasta 1918. Además, fundó la Casa del Pueblo en la capital y, en 1910, obtuvo un escaño como diputado en el Congreso.
La austeridad y el rigor como cultura política: un contraste que hoy se ha vuelto inevitable.
La duda histórica: de los principios al “Peugeot”

Con el paso del tiempo, nos surge inevitablemente la duda sobre el destino de aquellos principios humanistas y sociales que guiaron el nacimiento del PSOE. Esos principios estaban orientados a reconocer y proteger a una clase social pobre y desfavorecida, y fueron ejemplificados por los protagonistas de los primeros años del partido.
Es interesante compararlos en la actualidad con la trayectoria de los conocidos «pasajeros del Peugeot» que junto al entonces aspirante a dirigir el PSOE y presidir el Gobierno, recorrieron España buscando adhesiones, y una vez alcanzado el poder están cayendo incursos todos ellos en múltiples casos de corrupción.
La mutación: del trabajador al lucro personal
La austeridad, el rigor y la defensa inquebrantable del trabajador han sido sustituidos progresivamente por el dinero y el interés personal que intervienen en las sedes del partido en forma de trama y que ha terminado por convertirse en un «cáncer» dentro de la estructura socialista.
Esto ha relegado la honestidad y los estándares morales, dando paso a la búsqueda del lucro personal sin pudor.
- •La cúpula del partido ha extendido su influencia en las instituciones;
- •ha ocupado empresas públicas;
- •desvirtuado la figura del fiscal;
- •constituido cátedras ficticias en universidades;
- •tejido redes de pagos paralelos;
- •intervenido en operaciones de compraventa empresarial y vendido concesiones de obra pública;
- •financiado empresas en ruina,
todo ello mezclado con pagos millonarios de dudoso origen, uso descarado de la prostitución y del acoso sexual en algunos de sus miembros más destacados que autoproclamaban a los cuatro vientos no hace tanto sus sólidos principios feministas.
Cuando la moral se reemplaza por el incentivo, el partido deja de ser idea y pasa a ser maquinaria.
El electorado ante el derrumbe moral
Todo ello ha socavado la moral de un electorado de izquierdas que confiaba en la pureza de los orígenes y en la promesa de una conducta política intachable. El resto de la sociedad observa con escepticismo a los responsables de estos desvaríos, a la espera de que el reconocimiento del error y la culpa marquen el inicio de una nueva forma de gobernar el país.
Justicia, desencanto y cierre
Tomando como inspiración el título de la célebre película de Enrique Urbizu, «No habrá paz para los malvados», la acción de los jueces y la policía judicial se centra con éxito en la persecución de la corrupción que ha destruido la hermosa historia imaginada por el fundador del partido socialista hace más de un siglo y se ha convertido en la mala hierba que crece en el solar de una España desencantada.
De la “hermosa historia” a la “mala hierba”: ahí está, sin maquillaje, el veredicto de una época.
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Jerusalén 1954. Licenciado en CC Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Servicio Exterior del Estado desde 1981. Ha prestado servicios en cuatro consulados generales y cuatro embajadas de Europa y América.
Orden de Isabel la Católica.
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