Asturias Liberal > Pensamiento > A propósito de Trump, Musk y lo que viene

Escribo estas líneas con una perplejidad absoluta ante la falta de entendimiento de “nuestros opinadores profesionales” sobre lo que sucede en EE. UU. Es como si aún estuvieran en shock e hiperventilando.A riesgo de equivocarme —y es seguro que lo haré—, me permitirán hablar un poco sobre Musk.

Respetando a todas las personas, pero solo a las ideas que considero respetables, debo señalar que quien no entienda la cruzada de Elon Musk está cegado de sí mismo o es miope. Tanto como quien pone en el mismo plano los modales de Trump y las ideas —e ideología— que este ha transmitido y lo han llevado de nuevo al poder.Musk es una parte del todo.

El ciudadano medio se ha cansado del buenismo, de la corrección hipócrita y de que le digan qué pensar, qué comer, qué vestir, qué energía consumir, qué coche usar, etc.

Cuando el mundo moderno creía haberse emancipado de Dios, de la trascendencia, de la vida eterna, y suponía que la ciencia lo explicaba todo, ocurrió lo que Chesterton advertía sobre quienes dejan de creer en Dios: empiezan a “creer en cualquier cosa”. Alfonso Rojo lo decía con más gracia: “Hay que tener cuidado con la gente cuando deja de creer en Dios, porque empieza a creer en cualquier gilipollez”.

Dicho esto, estamos cansados de que estos salvadores modernos pretendan redimirnos. Carecen de entidad intelectual, moral y ética para darnos instrucciones.

Como decía aquel ovetense por el Paseo del Bombé, respondiendo a un proselitista mormón: “Fío, si no creo en mi Dios, que es el único verdadero, no voy a creer en el tuyo”. Pues eso, señores. Y como diría Miguel Ríos: “Déjame en paz, que no me quiero salvar; que en el infierno no estoy tan mal”.

Queda claro que, si a mucha gente le cuesta obedecer a Dios, obedecer a simples mortales —se llamen como se llamen— es aún más difícil. La verdad es que el rollo de la Agenda 2030 les ha durado poco; pronto pasará a ser 2050, 2075 o lo que haga falta.Veinte siglos de humanismo cristiano no desaparecen por cuatro progres, por muchos fondos que tengan y por muy atractivo que sea su mensaje.

Sin embargo, quitar la moral cristiana a cambio de un “todo vale” puede parecer atractivo al principio. Ahora bien, cambiar las reglas morales de veinte siglos de cristianismo por las imposiciones ético-morales de la Agenda 2030, de corte progre (o woke), llevará un poco más de tiempo.Y, volviendo al tema, si resulta que la ideología multigénero ha afectado a Musk, con el dinero que tiene para combatirla, no duden de que lo hará. Si yo estuviera en su lugar, dedicaría todos mis esfuerzos a esa tarea.

No lo subestimen.Si los vientos del progresismo antihumano —ese que cree que cualquiera puede ser lo que se le ocurra a los 12 años, por ejemplo— cambian de dirección, quienes lo promovieron deberían empezar a preocuparse. Ese wokismo, que va en contra de la realidad con su idea de «identidad» —no solo en contra de la naturaleza, sino también en contra de la realidad misma—, está causando un inmenso dolor.

Si los vientos cambian, todos esos que promovieron tales ideas podrían enfrentarse a gravísimas responsabilidades. ¿Qué ocurrirá cuando quienes quisieron revertir un cambio y ya no pueden, porque es irreversible, exijan explicaciones? ¿Qué pasará cuando aquellos que no eran maduros para tomar decisiones irreparables pidan cuentas porque sus padres fueron ignorados o marginados?

Si esos “educadores” que jugaron a ser aprendices de brujo deben responder, esto puede acabar como el Rosario de la Aurora.Ojalá comience ese momento en el que se pidan responsabilidades. Y si alguien piensa que Musk se quedará tranquilo, que se prepare.

A los cómplices del inmenso daño causado por el buenismo infantiloide, solo puedo desearles que Dios los coja confesados.