Era un domingo cualquiera, después de una semana de vacaciones en el pueblo, de ésas donde el tiempo se detiene y el ritmo se desacelera.
-Donde te nutres de momentos especiales, de descanso, de desconexión del estrés y de las obligaciones laborales.
-Donde respiras otros aires y sientes la brisa llena de calma fuera de los mundos digitales y las preocupaciones diarias.
-Donde el silencio es tu aliado y la recarga de baterías fluye de manera distinta.
-Una pareja, disfrutando de la tranquilidad del domingo antes de volver al entorno laboral, decide capturar un pequeño instante en la mesa compartida: sus cafés con hielo.
-Cada uno, teléfono en ristre y con una sonrisa, inmortaliza ese último momento vacacional.
Sin saberlo, cada instantánea refleja no solo la frescura de sus bebidas, sino también la sensación de que, después de unos días de descanso, están listos para afrontar lo que venga, con una perspectiva diferente.
Dos fotos, dos miradas
La primera foto, con mejor teléfono pero con mala calidad del reportero, y con la pared de la terraza como fondo, parece reflejar esa sensación de que todo llega a su fin y el regreso al trabajo está a la vuelta de la esquina.
Es como esa botella medio vacía que nos recuerda que ya casi no queda nada, y que el tiempo de regocijo y disfrute se está acabando.
Como contrapartida, la segunda foto, con un parque verde al fondo y, por ende, un paisaje más alegre —cuasi paradisíaco—, transmite esa sensación de que todavía hay mucho día por delante, que aún se puede aprovechar y disfrutar.
Es como la botella medio llena, que nos invita a ver las cosas con optimismo y a pensar que todavía hay muchas horas antes de que llegue la rutina.
En definitiva, ambas fotos y las metáforas de las botellas reflejan diferentes formas de ver la misma situación:
-una, pesimista, enfocándose en lo que se acaba;
-y la otra, optimista, en lo que aún queda por vivir.
¡Todo depende de la perspectiva y del foco con los que se elija mirar!
La cuestión de la perspectiva
En un lugar, algunos ven un 6; en otro, otros ven un 9. Es como si la misma imagen pudiera interpretarse de diferentes maneras, dependiendo del ángulo visual de cada observador.
¡Y ambos lados tienen razón desde su enfoque!
Por tanto:
-El pesimista ve la botella medio vacía.
-El optimista ve la botella medio llena.
-Yo, como realista, afirmo que la botella es el doble de grande de lo que debería ser.
Aplicación al mundo empresarial
Extrapolando la metáfora a la empresa, hay varias opciones para acomodar ese recurso:
- 1. Llenar la botella con más líquido (producto/ingresos), pero… difícil conseguir más en un corto espacio de tiempo.
- 2. Disminuir el tamaño de la botella (gastos generales), pero… complicado lograrlo en un corto espacio de tiempo.
- 3. Crear valor añadido a su contenido, ya sea cambiando el líquido por otro más interesante o vendiendo la botella en un mercado de mayor valor.
Basta resaltar que la misma botella de agua no cuesta lo mismo en la tienda de la esquina, en una gasolinera, en un aeropuerto o en el mismo avión.
Pero sigue siendo la misma botella, y el coste de producirla es idéntico.
La pregunta final
Y tú,
-¿tienes el síndrome de Calimero y la ves medio vacía, crees en los Reyes Magos y que se llenará por arte de magia, o te reinventas buscando alternativas para que el cliente pague por la percepción y no por el coste mismo?
-¿Estás acomodando realmente tus recursos a lo que realmente haces, debes o podrías hacer?
Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?