
Cuando en el 2008, antes de los comicios generales de ese año, Zapatero afirmó tras una entrevista en Cuatro, en lo que fue una pillada monumental, que iba a empezar a dramatizar, porque les convenía que hubiera tensión, sentaba las bases de lo que su hijo predilecto, su mejor discípulo, Pedro Sánchez, ejecutaría magistralmente años más tarde.
La crispación se ha convertido en la mejor y más rentable herramienta política del partido que manda en el Gobierno, porque, efectivamente, funciona.
Desviar la atención
Mientras se desvía el tiro hacia cuestiones internacionales a las que, si bien no es ajena la política nacional, no son ni mucho menos prioritarias (pregunta seria: ¿para qué sirve Jose Manuel Albares?), el Gobierno nos tiene entretenidos en cuestiones tan exóticas como el futuro de la Humanidad, mientras el futuro de los españoles queda en suspenso.
El asesinato a sangre fría de Charlie Kirk o el conflicto en Gaza son dos buenos ejemplos.
-¿Se debe hablar de estos asuntos? Sin duda.
-¿Deben ser los asuntos que centren el debate político nacional? En absoluto.
Resulta de todo inverosímil y ridículo que, por ejemplo, un pdte. autonómico, como el asturiano, se enrede en una cuestión internacional, enarbolando una bandera ajena a sabiendas de que dividirá, salvo que la justificación sea irritar para poder luego acusar de intolerantes a quienes discrepen.
Que el tirar la piedra y esconder la mano se ha hecho carne en las filas de la izquierda indefinida es un hecho, pero lo que no está tan claro es que las consecuencias que la convulsión que causan deliberadamente no tenga efectos nefastos.
Disfraz con jirones
La apariencia de diálogo y mano tendida que predican se va al traste en el primer momento que, por razones estrictamente éticas, se niegan a debatir con el contrario.
Quieren jugar con las cartas marcadas y hacer creer que son ejemplo de pulcritud.
El insulto, por ejemplo: confunden insultar con proferir palabras malsonantes. «Pedro Sánchez, hijo de puta», coreado con evidente entusiasmo por toda España, está mal; pero llamar fascistas, xenófobos o machistas a la oposición en lo que los cursis han calificado como «el templo de la palabra», el Congreso de los Diputados, se aplaude con soltura en las filas gubernamentales.
Bastaría con que cualquier español con cierto interés visionase una sesión íntegra de control al Gobierno para que desterrase por completo la ensoñación que provoca la expresión «templo de la palabra», que hoy no llega, lamentablemente, por el nivel de muchas de sus señorías, a barraca.
Preocuparse por la inseguridad, la vivienda o la familia son cosas de fachas. Como también son cosas de fachas, discrepar, disentir o no comulgar con su ideología.
Hablar, si no es para que vaya acompañado de una servil genuflexión, se ha convertido en uno de los actos más revolucionarios que existen, revolución que los autopercibidos como «los buenos», niegan, porque revolucionar significa expulsarlos de sus cómodas atalayas de superioridad moral, bien asentadas sobre estructuras de propaganda que pagamos todos (si usted, amable lector, está pensando en RTVE, ha acertado).
Conclusión
Decía Schopenhauer que para ganar un debate solo tenías que enojar a tu contrincante, sacarle de sus casillas, porque la ira no deja espacio para la razón.
La ensoñación que la izquierda indefinida está creando en torno a un país de buenos y malos, su fantasía fascista, hace aguas cuando los argumentos se abren camino.
¿Servirá esto para que las alucinaciones de muchos desaparezcan? No lo creo, pero servirá, sin duda, para que otros no caigan en ellas.

(Avilés 1973), investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno, licenciada en filosofía por la Universidad de Oviedo y máster en Comunicación política y empresarial por ID Digital School y UCJC, ha trabajado en la Fundación Gustavo Bueno como responsable de publicaciones, relaciones institucionales, secretaría de redacción de la revista El Basilisco y presentando el debate del programa de televisión Teatro Crítico. El 19 de junio de 2023 ofreció en la EFO la lección “Feminismo administrado”