“Lo importante no es resolver problemas, si no ganar las siguientes elecciones y perpetuarse.”
Desde la primera legislatura de Jose Luís Rodríguez Zapatero se constató que al partido bajo su mando no le interesaban los status quo establecidos, ni los consensos, si no más bien el enconamiento, la división, y el gobierno para las minorías.
Según él mismo dijo: “formar una mayoría con muchas minorías”, y a eso se dedicó con entusiasmo, dividiendo y sectorizando a la población en grupos enfrentados.
–Hombres contra mujeres, según un feminismo mal entendido y un hetero-patriarcado inexistente,
–heteros contra gays, anunciando una homofobia que antes no existía,
–fachas contra rojos, resucitando a Franco que ya dormía prácticamente en el olvido, y tantas y tantas cosas más.
Todo valía para crear crispación.
La estrategia quedó fehacientemente demostrada cuando Zapatero fue destapado por aquel micrófono abierto dando indicaciones a Iñaki Gabilondo de que les interesaba “crear tensión”.
Fue el inicio de una tendencia que su fiel pupilo Sánchez-Castejón ha continuado y mejorado, llevándolo al extremo. La polarización de la política y con ello, de la sociedad española en general.
“Conmigo o contra mí.”
La oposición que aplaude el espectáculo
Lo asombroso del caso es que los partidos de la derecha, llámese PP, llámese Vox, o llámese como se llame, han entrado con entusiasmo en ese juego.
Viendo las intervenciones parlamentarias en el Congreso de los Diputados, o en las diversas asambleas y parlamentos autonómicos, a uno se le cae la cara de vergüenza ajena de ver cómo no sólo no se ponen de acuerdo en resolver ningún problema, si no que están todo el tiempo tirándose los trastos a la cabeza y los trapos sucios, que todos tienen, a la cara.

Por poner un ejemplo, los duelos dialécticos en las sesiones de control que Cayetana Álvarez de Toledo tiene con el ministro Bolaños solo sirven para enardecer a cada uno a los partidarios propios, no resuelven nada, no informan de nada, no se responde a ninguna pregunta, ni se llega a ningún acuerdo. Puro espectáculo.
Y sus grupos parlamentarios aplaudiendo como focas, digan lo que digan, aunque sean barbaridades. Éste es el nivel.
Que si uno de un partido roba, el del otro roba más, o si uno no hizo nada, el del otro menos, siempre enfrentados, sin posibilidad de acuerdos, o eso nos “venden”, porque para aforarse o subirse los sueldos o defender sus privilegios sí se ponen de acuerdo, y mientras tanto, importantes asuntos sin resolver.
Los problemas reales: deuda, pensiones y Seguridad Social
Ni se habla ni se buscan soluciones para problemas como la deuda pública que tenemos del 104% de PIB, ni de cómo vamos a pagarla.
-Ni del problema de las pensiones que representan un gasto de casi el 13% del PIB y se están convirtiendo en inasumibles,
-ni de cómo van a reflotar la Seguridad Social, que lleva años en quiebra técnica,
-ni de cómo van a asumir los gastos en defensa y otros asuntos que reclaman desde Europa… cosas que realmente van a marcar el futuro del país.
Cada partido buscando su miserable cuota de poder, para que sus correligionarios y simpatizantes alcancen y mantengan status y poder económico. ¿Dónde quedó la vocación de servicio y el patriotismo? Ni está ni se le espera. Cada líder partidario da las pautas, y todos a bailar a su son, no sea que los quiten de las listas.
Transición vs. trincheras
Se supone, o así debería ser, que cuando una persona entra en política, lo hace para servir a su país, a su región o ciudad, y mejorarlo, y solucionar problemas, no para crearlos, afiliándose a cada partido por su visión ideológica, pero en busca de puntos de consenso que mejoren las cosas para todos, tal como se hizo en la etapa de la transición, cuando proyectos políticos antagónicos como los del PCE de Carrillo y la AP de Fraga, lograron consensos para superar la dictadura.
Actualmente esto es una utopía, ningún líder de ningún partido tiene ni un ápice de la altura de miras que aquellos tuvieron. Cualquier proyecto o idea buena se hace si el partido en el poder se lleva los laureles, y si no, no se hace, aunque el asunto fuera un bien para todos.
Lo importante no es resolver problemas, si no ganar las siguientes elecciones y perpetuarse. Y si es posible, echar barro sobre el adversario político y quitarle lustre por el medio que sea, incluso con burdas mentiras, al tiempo que se victimizan cuando el barro es recibido.
“Hay que combatir a las ideas equivocadas, no a las personas.”
Medios de comunicación: del cuarto poder al altavoz
Los medios de comunicación, la prensa y la televisión, son los otros culpables de la situación, ya que deberían ser y ejercer de “cuarto poder”, fiscalizando la actuación de los políticos, pero resulta que también se suman a la fiesta y declaran líneas editoriales afines a este o a aquel partido, cuando deberían ser críticos con todos, y formar e informar imparcialmente, y crear opinión pública, en vez de ser portavoces allanados ante un argumentario partidista.
No se trata de no dar la “batalla cultural”. Hay cosas que no se basan ni en la ciencia ni en la razón, y cuando se detecta una mentira, una exageración, una falacia hay que denunciarlo y combatirlo, pero sin ese encono que pasa al terreno personal y con ataques ad hominem.
Hay que combatir a las ideas equivocadas, no a las personas. Todas las personas son respetables, aun cuando estén equivocadas. Lo que no se debe respetar son las malas ideas.
Plenos locales y realidad paralela
La prueba de que los políticos están trabajando en asuntos que en nada interesan a la ciudadanía y viven en una realidad paralela, lo tenemos en las docenas de pueblos y ciudades que teniendo problemas bastante más serios, ven como en sus plenos municipales los concejales de uno y otro color debaten cosas sin interés para su pueblo, por ejemplo, sobre la cuestión Palestina, emitiendo declaraciones institucionales sobre cuestiones de política internacional, que ni son su competencia, ni sirven para nada, aparte de que ellos mismos hagan méritos ante sus jefes orgánicos del partido.
Y así pasar de concejal a diputado, que se gana más. Y los vecinos , pagándoles la asistencia, la dieta y el sueldo, para que se luzcan sin resolver nada.
Tal vez esa división atrincherada les interese a los políticos, porque piensan que les puede dar más votos, pero en realidad a los que no nos interesa en absoluto es a los españoles de a pie, a la gente de la calle.
Nos tienen siempre divididos, los del Madrid, y los del Barça, los azules y los rojos, los del norte y los del sur… ¿Se imaginan si los españoles estuvieran todos a una, en un proyecto común de país, todos remando y colaborando en la misma dirección? Planteémonos quien gana con nuestra división y quien ganaría si estuviéramos unidos. Seríamos imparables y en otras épocas pasadas lo demostramos.
“¿Se imaginan si los españoles estuvieran todos a una, en un proyecto común de país? Seríamos imparables.”

Padre de familia, contribuyente como ciudadano de Europa, España, Asturias y Avilés
No adscrito a ningún grupo político, pero crítico de todos ellos.
Me gusta mi país y creo que aún podría ser mejor.