ANTES: EL PRESIDENTE ERA UN SEÑOR CON APELLIDOS Y MUCHAS HORAS DE BAR DE SOCIOS
Era un hombre hecho a sí mismo, por lo general canoso, bigote casi obligatorio y traje de entretiempo aunque fuera en plena ola de calor.
- •Solía ser empresario local del ladrillo, del textil o de una cadena de videoclubs o de gasolineras.
- •Pasaba más tiempo en la sede social que en el palco de autoridades.
- •Humilde como su despacho, lleno de ceniceros, olor a café recalentado, bufandas polvorientas y una foto con Di Stéfano, en blanco y negro, como monumento histórico.
Seguramente no tenía un Máster en Finanzas pro la Universidad de allá “alantrones”, pero regateaba como un profesional del mus::
—•“A ver, ¿cuánto quiere por el delantero ese que ustedes tienen? ¿15 millones? Yo les doy 4 y una furgoneta.”
Y cuando te metían cinco en casa, él salía al micrófono con gesto de velatorio y un whisky corto “encajagolpes”.
ANTES GESTIONABAN UN CLUB. AHORA VENDEN UNA MARCA.
AHORA: EL PRESIDENTE ES UNA MEZCLA DE CEO, ILUSIONISTA Y CREADOR DE CONTENIDO
Los de ahora no saben si fichar a un killer del área o lanzar un producto digital (token, como dirían los avezados en la materia) del club.
Van a ruedas de prensa con PowerPoint, estadísticas de xG, gráficas imposibles y discursos sobre proyectos a largo plazo que duran lo que tarda el equipo en perder dos partidos seguidos.
Hablan como si dieran una charla inspiradora.
“Nuestro modelo de negocio se basa en la diversificación de activos deportivos interconectados con el mercado internacional de entretenimiento digital…”. Pa´ quién lo entienda.
- •Presumen de fichajes como si fueran trofeos, pero no menciona que la deuda del club compite con la de países enteros.
- •Cambian de entrenador como quien cambia de fondo de pantalla: por capricho, impulso, o superstición.
- •Y si la cosa se tuerce, desaparecen como magos de feria, dejando un “comunicado oficial” y una foto genérica con el hashtag #VolveremosMásFuertes.
ANTES GESTIONABAN UN CLUB. AHORA VENDEN UNA MARCA
Antes el presidente cuidaba el escudo como si fuera su familia.
Ahora cuida más la marca, las métricas y los canales.
- •Se habla más de audiencias que de gente en los estadios.
- •Se vende más camiseta que identidad.
- •Se anuncia un fichaje con drones, fuegos artificiales y música rimbombante y resulta que el jugador falla pases de 3 metros.
El club ya no es un equipo. Es una franquicia global de entretenimiento con estadio virtual y mascota animada, también digital.
ANTES PONÍAN DINERO. AHORA ESPERAN QUE ENTRE SOLO
Los presidentes de antes, con sus defectos y virtudes, ponían dinero de su bolsillo.
Lo veían como un honor, una forma de devolverle algo al club que llevaban en el corazón.
Los de ahora vienen acompañados de fondos de inversión, promesas de equilibrio económico… y cero vínculo emocional. Y ningún apego real por el escudo.
- •Algunos quizá no sepan ni en qué ciudad juega el club.
- •Otros sólo quieren revalorizar al chaval brasileño de 17 años para revenderlo a los seis meses.
- •Y otros usan el club como trampolín social, político o empresarial, con la afición como figurante del decorado.
EPÍLOGO: EL PRESIDENTE COMO FIGURA QUE YA CASI NO EXISTE
¿Aún hay buenos presidentes?
Sí. Pero escasos, casi en peligro de extinción.
Aquellos que aman al club, que conocen a los empleados por su nombre, que se emocionan con una permanencia como si fuera un título…. Pero son pocos.
Ahora el palco es más bien una sala de networking de alto standing con catering de sushi.
Y tú, en la grada, piensas:
“¿Cómo va a entender este tipo lo que siento yo, si ni sabe quién era el delantero del ascenso del 87?”
El presidente clásico se apaga: el palco ya no huele a puro y café recalentado, sino a networking con sushi.
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Consultor empresarial.
Germánico en organización, perseverante en las metas, pragmático en soluciones y latino en la vida personal.
¿Y por qué no?