Asturias Liberal > Aportaciones > Ascenso a cuarta regional: la épica de los pueblos que viven el fútbol como si fuera la final del mundo

 

ANTES DE TODO: EL EQUIPO
  • Once jugadores: siete son primos, o primos de primos, tres son cuñados y el portero es el panadero del pueblo de al lado. Antaño, enemigo acérrimo, pero que ahora juega con ellos porque su equipo desapareció.
  • Entrenador: El que jugó en juveniles del Trasamuño de Arriba y al que aún se le llama «míster», aunque no sepa inglés y trabaje de electricista.
  • Utillero: El abuelo que lleva desde 1986 «ayudando», aunque no ve un pimiento y pone las camisetas según su orden mental, nunca alfabético.
  • Presidente: El dueño del bar que pone las pipas a 1€ y que financia el club con lo que saca de la tragaperras.

EL CAMPO

  • Césped natural… naturalmente quemado.
  • Líneas pintadas con cal… cuando hay cal.
  • •Las porterías… algo torcidas, como todo en la vida.
  • Una piedra saliente en una de las bandas, que parece salida de las profundidades del abismo, que nadie ha conseguido quitar pues debe ser como un iceberg y que sólo conocen -y esquivan- los de casa.
  • Banquillos: dos bancos del parque que sobraron cuando lo reformaron. Y que se repintan con la enésima capa cuando acaba la temporada.

LA LIGA

  • Compiten contra otros pueblos que están a dos horas por carretera secundaria.
  • Las actas de los partidos se rellenan a boli Bic y en una carpeta de anillas.
  • Los árbitros llegan tarde, en Reanult 5 y sin linieres. OJO; miran siempre de reojo el río que está al lado, donde hay un lugareño con un palo y una cesta de red para recoger los balones.
  • •Hay insultos para el trío arbitral… aunque solo venga “ese” uno. “¡Línea, abre los ojos!”, le gritan… y ni hay línea.
  • Todos los años y sin excepción los aficionados entonan la canción “Este año, subimos a primera y pobre del que quiera, robarnos la ilusión…”
EL DÍA DEL ASCENSO

Y llega el día.

Minuto 90, empate.

Minuto 94, gol del central que ha subido a rematar, despeina el balón, golazo injusto pero histórico.

El árbitro pita. Han subido.

Y entonces se desata el apocalipsis:

  • El bar reparte copas gratis como si fueran pan bendito.
  • •Aparecen empanadas de espesor “ladrillo de construcción”, llenas de todo lo que no se vendió en los menús del día anterior y bollos preñados de chorizo tamaño XXXXL, de tal descomunal dimensión que se sospecha que tengan vida dentro.
  • Los jugadores brindan con una botella de champán.
  • No hay presupuesto para más así que para salpicar a todo el mundo aparecen botellas de plástico de La Casera donde alguien ha tenido la iniciativa de pegarles etiquetas que indican “Sidra de la Viuda (del Gaitero)” y champán “MoÉsss y ChandÓN”.
  • Uno dispara cohetes que han sobrado de las fiestas pasadas de la Virgen del Economato. Muchos están mojados.
  • La charanga del pueblo toca Paquito el Chocolatero versión remix Champions.
  • El alcalde, que no fue ni al partido, sale al balcón del Ayuntamiento con la bufanda del equipo y promete una subvención de 300€ y una fuente nueva.

 

LA CELEBRACIÓN 
  • Es domingo, día siguiente al de la victoria: desfile en tractor, el Presidente y el “Míster” delante; los jugadores en la parte de atrás del remolque, bebiendo cerveza, ondeando la bandera del equipo y gritando “¡A Preferente o muerte!”.
  • El entrenador, con gafas de sol a las once de la noche, dando declaraciones a la prensa local:
    «Sabíamos que se podía. Estos chavales tienen lo que hay que tener.»
  • Fiesta en la plaza del pueblo, pero “de traje” (yo traje sardinas en lata, yo una tortilla que me sobró de ayer, yo las croquetas que me hizo mi madre).
  • Ahora sí, los fuegos artificiales que explotan son tan potentes que saltan dos alarmas de los gallineros cercanos y una vecina llama a la Guardia Civil porque “parece que ha estallado algo en Ucrania”.
  • Se improvisa una verbena. Salta a la palestra el panadero que asistió de pequeño a 2 clases de acordeón y uno que dice saber tocar el tambor, aunque está archi demostrado que tiene menos oído que una pared. Pero lo golpea con denodada ilusión.
  • Cuando cansan, un DJ (pinchadiscos de toda la vida) espontáneo saca su móvil, su altavoz miniatura inalámbrico y pone reguetón mezclado con Queen.
    El concejal de Deportes intenta rapear con un micro sin pila. Sólo le hacen caso su madre y su pareja, porque les da no sé qué que nadie mire para él.
  • Al Míster le meten a plazos en la Fuente´l Caño ya que por su volumen debe entrar por fascículos.
Y AL DÍA SIGUIENTE…

Resaca histórica.
Camisetas perdidas… y otras que vuelven a casa por su propio pie.

Hay que tener en cuenta que en el deporte base nadie vive del fútbol: todo el mundo tiene que trabajar, aunque lleven aún el confeti pegado a la cara.

El bombero del equipo, que estuvo celebrando como si hubiera apagado el incendio del siglo, pasa siete días y medio sin atreverse a coger el camión, no sea que la resaca le haga ver fuegos donde solo hay luces.

El albañil —que apareció en casa vestido con la equipación completa— se planta en la obra al lado de la iglesia con las medias aún remangadas, y se pone a levantar el tabique como si fuera una barrera defensiva en un saque de falta.

El del banco (del de dinero, no del banquillo) llega a la oficina con cara de haber dormido precisamente en el banquillo del campo, oliendo a hierba y triunfo, y se pasa la mañana intentando cuadrar cuentas que ve dobles.

Otro ha perdido una zapatilla y el móvil, pero conserva la medalla del torneo de verano del 1985, donde fue campeón de petanca. Aún no se sabe cómo.

EPÍLOGO: FÚTBOL DE VERDAD

Porque en un mundo de VAR, estadios cinco estrellas, sueldos de millones y redes sociales llenas de postureo…

nada supera la pasión auténtica de un equipo de pueblo, celebrando su ascenso con cohetes ilegales, cerveza caliente y lágrimas de barro.

El fútbol de verdad no se juega en el Bernabéu.
Se juega en campos donde el balón se va al río (una persona con la red dispuesta), el árbitro pita con una bocina de bici y cada gol vale por diez.

Y en el bar, permanecerá para siempre colgada al lado del cartel taurino de 1975, una pancarta escrita a mano que diga:

“Gracias, campeones. Orgullo del pueblo. Preferente ya es nuestra.”

En la barra, un viejo sabio murmurará:
Yo esto no lo veía desde el ascenso del 87… y entonces sí que era difícil. Que no había ni autobús.”

Y el próximo septiembre, la afición volverá a cantar “Este año, subimos a primera y pobre del que quiera, robarnos la ilusión…”. Aunque aún se esté en 3ª Regional y se sepa que ese momento no llegará nunca.

La ilusión es lo último que se pierde.


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