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Los comentaristas del bar: los dueños de la verdad absoluta

Nunca han jugado en primera, incluso se duda de que hayan jugado, pero se consideran doctores en la materia.

Puede que no sepan atarse las botas sin quedarse sin aire, pero te analizan una defensa en línea como si entrenaran al Milán de Sacchi (o ahora al PSG de Lucho).

Frases típicas:

  • •“Ese lateral no sabe correr, como para saber subir y centrar”.
  • •“¿Yo a ése? No vale ni para tacos de escopeta, lo ponía a chupar banquillo para que espabile.”
  • •“Este entrenador debió sacar el carnet en una tómbola.”
  • •“En mi época había que jugar con los coj… sacando chispas uno contra el otro; ahora, es un juego de bailarinas y peinados de pasarela.”
  • •“Si se pusiera alguno de éstos en mi época, no valdría ni para llevar el agua”.

Y sí, seguramente más de uno de esos comentaristas, en su época jugó tres partidos con el equipo del colegio… y en uno se torció el tobillo bajando de su casa en el ascensor.

Titulados en “fútbol de verdad” por la universidad de la barra de la cantina

¿Para qué necesitan VAR, si hay BAR? No quieren tecnología, quieren estar apoyados en la barra del segundo. Las posesiones y los mapas de calor son modernidades y no fútbol.

Ellos creen en:

  • •El balón a la olla, “¡cuélgala cenutrio!”.
  • •El grito de «¡rompe!» cuando hay peligro.
  • •Y que si el portero no sale, “es que no tiene sangre”.

Han visto todos los partidos por la tele, pero juran que la tele miente.
Lo bueno, lo de verdad, es lo que ellos ven en su cabeza.

Los tipos de comentaristas

1. El “yo lo dije”

No importa el qué, ni el cuándo. Él ya lo había avisado. OJO, aunque incluso no hubiera pasado.

«Lo del penalti… lo dije yo en el minuto 2: ese árbitro nos iba a joder. Es de la escuela aragonesa y a nuestro equipo esa escuela siempre le ha tenido tirria«.

Lo que no indica es que ese comentario lo lleva diciendo en todos los partidos desde que hizo la comunión. Fuere de donde fuere el colegiado.

2. El exjugador legendario del pueblo

Jugó un torneo de solteros contra casados en el 97 y todavía vive de las rentas. Y eso que salió sólo los últimos 15 minutos cuando el equipo ya ganaba 3-0.

A mí me metes hoy en ese equipo y marco dos, seguro.” Dicen las malas lenguas que sólo marcó 2 en su vida y fue en un partido padres contra sus hijos de 10 años.”

3. El “odiador (hater)” supremo

No le gusta nadie. Ni del propio equipo. Ni él mismo se gusta.

Ese delantero no sabe ni correr, parece que va empujando un armario. Pero no sabe hacia qué lado”.

4. El «entendido táctico»

Lleva gafas de pasta, usa “palabros” como transiciones, bloque bajo y amplitud, y nadie le entiende.
Pero como habla bajito y serio, parece que sabe.

5. El “amigo del primo del cuñado del utillero”

Tiene información de dentro.

Yo sé que ese jugador tiene mala vida. Me lo dijo alguien muy relacionado (seguramente el sobrino de uno que lleva las redes sociales).

Opinando sobre el VAR, en el BAR, como estadio virtual

  • •De pie, con la cerveza en la mano: zona preferente.
  • •Sentado al fondo, en un taburete giratorio, cubata en ristre y cazuela de cacahuetes. Nivel Dios: zona VIP, de los que no opinan y miran por encima del hombro a la plebe.
  • •En una esquina y con el bingo sonando: grada supletoria.
  • •Apoyado en la tragaperras: cabina de prensa.
  • •El camarero: árbitro moral, que reparte justicia (sin decantarse hacia ningún lado)… y tapas.
  • •El cartel de “hoy hay callos”: marcador oficial.

Si el equipo pierde, se buscan culpables con más saña que en la inquisición y el bar tarda en vaciarse menos que dura un caramelo a la puerta de un colegio.

Resumen de la jornada en el bar de los últimos guardianes del fútbol apasionado y con sentido

Pasan los años, llegan las tablets al banquillo, los algoritmos al vestuario, los andamios para ver los entrenamientos en un nivel superior y los drones a grabar los mismos.

Pero mientras exista un bar, una barra y una pantalla con fútbol (sin discutir en tamaño de la misma)… seguirá habiendo un señor (o varios) con una cerveza en la mano, que lo sabe todo, lo arregla todo, y se cabrea como si el equipo fuera suyo.

Porque en el bar no hay Var. solo hay verbo, de mecha corta y sentida.

Y el verbo, aquí, siempre se conjuga en modo opinativo y tono cabreado.
¡Qué menos!


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