A la lucha contra el fascismo y los elementos ultraliberales que anidan ocultos en nuestra sociedad se ha unido en Asturias, de repente, la burocracia, esa entidad maldita que todo lo estropea, detiene, retrasa, demora…
Como en Asturias el discurso contra los dos primeros elementos (fascismo y liberalismo radical) no tiene mucho calado, la parte progresista del espectro político regional, concretamente su presidente socialista, ha encontrado en la burocracia la rendija necesaria para atacar, por ejemplo, a Diego Canga, el candidato elegido por el Partido Popular para ganar las próximas elecciones autonómicas.
Porque no olvidemos que la llegada del funcionario (¿ergo burócrata?) europeo ha trastocado los planteamientos electorales de Barbón. Si la mayor parte de la fauna política esperaba una candidatura popular extraída de los actuales cuadros del partido y, por tanto, acomodada en la oposición y con ese papel asumido ad aeternum, Diego Canga llega para pegar un quiebro y espolear a una formación que ha de tener en cuenta la dificilísima posición en la que está y las resistencias de Asturias a dejar atrás los inanes años de gobierno socialista.
Encendidas las impresoras, el argumentario estaba claro: Diego Canga “es un burócrata europeo acostumbrado a ver Asturias desde la lejanía de muchos kilómetros” en palabras de la vicesecretaria general en Asturias, Gimena Llamedo.
Añaden además que desembarca para irse porque no va a lograr nada y por tanto volverá por dónde ha venido, y cierran con el socorrido reclamo de que es un candidato impuesto por Madrid, cuestión esta que siempre ha resultado interesante dado que parece que solo los candidatos regionales pueden ser buenos.
Incansable Barbón en su batalla contra la cita previa, la copia compulsada, la mesa de contratación, los pliegos de prescripciones técnicas, los de cláusulas particulares, los avales, los incumplimientos, las sanciones… presenta en enero una batería de 25 preguntas y da un peso relevante a la lucha contra ella. Y contra Canga, claro.
Y no se entiende que el responsable desde hace años de la desastrosa gestión de la atención primaria, de la sublevación en la especializada, de los recurrentes retrasos veraniegos en la adjudicación de destinos de los maestros y profesores, del caos en la consejería de Asuntos Sociales con las valoraciones las situaciones de dependencia, del hazmerreir por el descontrol en el caso de los túneles de FEVE… venga a decirnos cuál es la solución.
Dada la incapacidad manifiesta para resolver un problema que él ha creado en estos años perdidos, ha planteado la ridícula estrategia, que veremos cada vez más a menudo, de mostrar un falso arrepentimiento, un mea culpa con la boca pequeña que siempre acompaña de un dardo destinado a culpar otro.
Después del puchero público, la puñalada, el último y más evidente caso en la Corredoria donde ha tenido a los vecinos esperando 12 años para disponer de un necesario Instituto de Educación Secundaria. ¿Qué ha dicho? Que se disculpa, que luchará contra la burocracia y que el último retraso fue porque la empresa adjudicataria “coge y se va”. Es decir: años y años de espera bajo el gobierno socialista y al final todo es culpa de la burocracia y de una empresa. De él, no.
No es la burocracia la que tiene a Asturias así. Es el socialismo.
Diego Canga no es un burócrata paracaidista señalado por el divino dedo de Feijóo: es un funcionario de la UE que, entre otras cuestiones, conoce los entresijos de la organización que decide gran parte de las políticas de las que dependemos y que dejó en ridículo a Adrián Barbón y a la ministra Reyes Maroto cuando supo antes que ellos que la UE apoyaba el Plan de Descarbonización de ArcelorMittal con 460 millones de euros. Los adolescentes no disponen de un IES en la Corredoria no por culpa de la burocracia: es el incapaz gobierno de Barbón el que hace que 160 chavales tengan que estudiar en barracones.
Luchemos contra él.
Luchemos contra el fantasma de la burocracia.
José Fuero
Los hechos son los hechos, independientemente de los sentimientos, deseos, esperanzas o miedos de los hombres.