Este sábado, 13 de mayo, se celebra la final del Festival de la Canción de Eurovisión 2023. Hace años mi madre solía recordarme que de bien pequeño me pasaba el día cantando “toma tu vida y tu mochila…”, que –como seguramente saben- pertenece a la canción Tú Volverás, interpretada por Sergio y Estíbaliz en el mismo Festival de Eurovisión pero del año 1975; un tema compuesto, arreglado y dirigido por el magnífico Juan Carlos Calderón. A pesar de su discreto resultado en Eurovisión (décimo puesto), esta canción fue un éxito de ventas durante la primavera de aquel año 1975.
Les invito a ver aquella interpretación de Sergio y Estíbaliz:
Juan Carlos Calderón fue uno de los genios españoles que a veces pasan por nuestras vidas de puntillas, posiblemente sin el reconocimiento que sería debido.
Nacido en 1936, pronto muestra vocación musical y a los 8 años ingresa en el Conservatorio de Santander; su precocidad continúa durante su adolescencia, cuando forma un grupo de Jazz para tocar en locales y disfrutar de su pasión los fines de semana mientras estudia Derecho, hasta que se da cuenta que su futuro profesional pasa por la música y no por las leyes.
A principios de la década de los 60 del pasado siglo se traslada a Madrid, donde empieza a tocar en clubs como el Whisky Jazz o el Bourbon Street con los mejores músicos del momento y conoce -por casualidad- a Ramón Arcusa y Manuel de la Calva (Dúo Dinámico), que le proponen que les arregle sus temas: vencida su timidez les reconoce que nunca antes había arreglado temas para grabaciones si bien ellos insisten hasta convencerle, y es en ahí donde empieza su faceta como arreglista de música POP.
Su calidad enseguida es reconocida en el sector y al Dúo Dinámico le siguen Joan Manuel Serrat (su mítico disco “Mediterráneo”), Luis Eduardo Aute, Massiel (incluido el “La, La, La”), Los Brincos, Víctor Manuel, Mari Trini, Marisol, Raphael y una larga lista de artistas españoles de la época; y poco a poco a los arreglos se le añaden la dirección y la composición para otros artistas como Cecilia o Nino Bravo.
En 1969, mientras trabaja para el sello discográfico Zafiro, llega a sus manos una cinta grabada de un grupo vasco llamado Mocedades que llama su atención lo suficiente como para viajar a conocerles y empezar una relación que daría como fruto 10 discos juntos, entre los que destaca el maravilloso tema Eres Tú, encargado de representar a España en el Certamen de Eurovisión de 1973 y con el que conseguiríamos el meritorio segundo puesto, pero que -además- su éxito es bien reconocido tanto en Europa como en los Estados Unidos, donde entra en la lista Billboard para mantenerse 17 semanas. Este éxito ya le hace merecedor a Juan Carlos Calderón del prestigioso premio ASCAP (American Society of Composers, Authors and Publishers) en Estados Unidos.
Nuevamente les invito a disfrutar de la interpretación –en este caso- de Mocedades:
En ese momento nuestro protagonista ya compagina sus trabajos de música Jazz con los de arreglista, compositor y productor de una interminable pléyade de renombrados artistas españoles y americanos, a loa largo de su vida pudo representar a España como autor y director en los festivales internacionales más importantes del mundo como Eurovisión (cuatro ocasiones), OTI (dos ocasiones), San Remo (dos ocasiones) Yamaha -Tokio-, OTI de Argentina, el Festival Viña del Mar y en otros muchos también en calidad de jurado y como director de orquesta.
Su trayectoria profesional le hizo merecedor de premios y menciones de talla mundial como Billboards (USA), Grammys (USA), Grammys Latinos, ASCAP’s (USA), Premios Ondas, Premios de la Música de SGAE, Premios Amigo, un BMI y numerosos reconocimientos, pero, sobre todo -como apuntan su biógrafos- el premio a la satisfacción de no haber dejado nunca de crear: tanto es así que su última canción, compuesta a medias con su hijo Jacobo para María Dolores Pradera (“Qué tal te fue la vida”), la termina unas semanas antes de fallecer hace ahora poco más de 10 años.
Esta historia y estas canciones de hace medio siglo hacen reflexionar sobre cómo ha cambiado la sociedad, quizás de una manera paralela al propio Festival de Eurovisión:
Al igual que el Festival de Eurovisión, vivimos en una sociedad mucho más global (de los 17 países participantes en 1973 hemos pasado a 38 países en este año 2023 que hacen necesarias 2 jornadas de semifinales), disponemos de medios técnicos impensables hace 50 años no sólo para la música y los efectos sino también para las comunicaciones, edición, etc. Si nos atenemos al producto, me parece que ahora nuestro foco se centra en las formas y en la escena antes que en la calidad de la composición o en el virtuosismo del intérprete.
Contemplar –como ejemplo- las interpretaciones de Sergio y Estíbaliz o de Mocedades en aquellos años, solos ante el micrófono pero arropados por una maravillosa orquesta detrás para defender su trabajo en un escenario casi desnudo choca con las luces, los efectos y las coreografías de algunas interpretaciones actuales.
Como ha pasado en el Festival de Eurovisión, en demasiadas ocasiones nuestra sociedad y nuestras empresas hoy no premian el mejor trabajo sino el más oportuno para los intereses de turno, aunque sea realizado por un pirotécnico; es obvio que no todas las composiciones pueden ser excelentes, pero hemos llegado al extremo de admitir y normalizar que en un Festival de la Canción se permita música “enlatada” (las normas actuales del concurso obligan a que toda la música instrumental deba ser pregrabada y no se permite instrumentación en vivo) o que los coros tengan la posibilidad también de entrar en modo playback: sólo las voces principales deben ser obligatoriamente en vivo.
Por otro lado, también hemos asumido que la mediocridad sea admitida y que bufones o histriones compitan en el mismo concurso que músicos profesionales que se esfuerzan por realizar un trabajo lo mejor que pueden, llegando incluso a veces (merced al jurado popular) a que los primeros obtengan resultados impensables en otros tiempos.
En la música, como en nuestras empresas o en nuestra sociedad, no se trata de gritar más, sino de entonar mejor, de acompañarse de una orquesta de profesionales en lugar de pirotécnicos vende humos, de dar con el arreglo preciso para que la composición suene lo mejor posible y –sobre todo- de saber valorar a los mejores intérpretes.
Mientras esperamos tiempos mejores… sigamos disfrutando de esta simple pero preciosa canción:
Licenciado en Filología Española (Literatura)
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