Poco a poco la sociedad española se aproxima al hastío máximo por el papel de los políticos y de muchas de las instituciones que encabezan. Algo así sucedió recientemente en los Estados Unidos y ya sabemos el resultado: que las políticas woke, los feminismos exacerbados, los ecologismos fanáticos y el socialismo económico han sido rechazados ampliamente. Para ello hizo falta alguien que desde fuera del camino oficial, lector sin igual de lo que querían y de lo que no querían los ciudadanos, sintetizara ese rechazo y esas ansias de sensatez. Y sí, cuando el sistema no es sensato hace falta un verso libre para restituir esa virtud.
En España hay hartura, hay rechazo, hay deseos de sensatez, de que las instituciones funcionen para lo básico, que no lo hacen, y para prepararnos ante lo que viene, que aún lo hacen menos. Lo que falta es el sintetizador que transforme aquella en un cambio político radical. Radical porque no hay nada que vaya más a la raíz que el sentido común.
¿Quién será el sintetizador?
No lo será el PP ni su funcionarial líder Núñez Feijóo. Y no lo será porque el PP es una máquina que no escucha. Como ejemplo baste comprobar cómo el Partido Republicano de D. Trump ha sabido encabezar el hartazgo con la izquierda, exponiendo propuestas radicales por sensatas y sin perder ni un voto de los moderados, sin que eso echase en brazos de K. Harris a absolutamente a nadie. Y ha sabido, además, atraer a votantes tradicionales de los rivales y hasta los indecisos y abstencionistas de toda la vida sin alterar su radicalidad
¿Es eso la cuadratura del círculo? No. Ha sido acercarse a la vida y las realidades de los ciudadanos en economía, pero no sólo en eso. También en modelo social, en moral y en cultura vital con un candidato fuera del esquema exclusivista derecha-izquierda.
Este esquema, aunque vago e impreciso sigue funcionando, pero la clave fue que el candidato y la campaña estuvo orientada a alguien libre completamente del descrédito que es, allá y acá, pertenecer al sistema político. Alguien situado fuera de las derechas establecidas y cómodamente apoltronadas. Porque eso sí, ya no nos sirve el binomio derecha-izquierda, hace falta un trinomio: izquierda, derecha y nueva derecha.
En España hay hartura, pero no hay quién condense y encabece la respuesta porque no hay ningún outsider, ningún rompedor del tedio letal, del Estado injusto de las autonomías, de los delirios contrarios a la gente: a los empresarios por el mero hecho de serlo, a los hombres, a los heterosexuales, a los campesinos, a los autónomos, a los vecinos que quieren calles seguras, a los que sufren la injusticia que supone la existencia de una inmigración ilegal.
La lista es larga, tanto de los damnificados por el sistema como la de las ideas que lo forman. Ideas profundamente entrelazadas entre sí y que han puesto el lazo a todos, incluso a los que, enajenados, lo siguen apoyando.
En definitiva: hace falta un outsider que sintetice el hartazgo
(Y aquí, la lista de lo que es socialismo, el que anida también en la derecha autodenominada moderada):
Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED