Epígrafes del artículo:
1. Una cronología que no engaña: el meteórico ascenso de EM&E
2. El engaño asturiano de El Tallerón de Duro Felguera: vender potencial por favores
3. Indra como instrumento: política, no estrategia
4. El silencio militar y las advertencias
5. Un futuro hipotecado
Por fin asoman las costuras del proyecto que desde hace años se cocina en los despachos de Moncloa con el nombre rimbombante de «campeón nacional«.
La idea de transformar a Indra en el gran referente industrial del sector defensa español no es, como se quiso vender, un plan tecnológico, ni siquiera una estrategia industrial al uso. Lo que aflora, ahora con más claridad que nunca, es un modelo de poder. Un proyecto pensado para blindar redes de influencia, adjudicar contratos de forma opaca, y dar cobertura pública a intereses privados afines al Gobierno.
Desde Asturias Liberal llevamos tiempo advirtiéndolo. La operación de reconfiguración del sector defensa no responde a criterios de eficiencia ni a una visión tecnológica de largo plazo, sino a un diseño político de control institucional.
Hoy, con la fusión de Indra y Escribano Mechanical & Engineering S.L. (EM&E) en el horizonte, y con el sector militar mostrando una creciente preocupación, el montaje empieza a derrumbarse sobre su propia retórica.
Una cronología que no engaña: el meteórico ascenso de EM&E
Pongamos los hechos en orden.
–EM&E era hasta 2019 una modesta empresa familiar fundada en Coslada en 1991, con una facturación de apenas 44 millones de euros, sin experiencia relevante ni tecnología propia.
–Todo cambia en abril de 2020, en plena pandemia, cuando el INGESA le adjudica de forma directa un contrato de 36 millones para suministrar respiradores. No fabrica, no investiga, no asume riesgos: simplemente intermedia. El margen neto supera los 21 millones. La operación, sin controles ni concurso, es el primer pelotazo.
-A esto le siguen contratos de mascarillas, sin experiencia ni logística.
-Luego llegan las adjudicaciones en Defensa: torretas Guardian 30 (2020), sistema lanzacohetes SILAM (2023), sistemas antidron (2024), hasta sumar más de 1.090 millones de euros en contratos en apenas cuatro años.
–En paralelo, la empresa pasa de facturar 44 a 355 millones (2024) y prevé alcanzar 450 en 2025. Todo a golpe de adjudicaciones privilegiadas, concursos restringidos y apoyo político.
Entre bambalinas, un nombre: Manuel de la Rocha, jefe de la Oficina Económica de Moncloa. Acompañado en la sombra por Gaspar Zarrías, viejo comisionista del aparato socialista.
Ambos articulan las puertas giratorias, los favores cruzados y los blindajes institucionales que han permitido a EM&E situarse en el corazón del sector sin méritos industriales.
El engaño asturiano: vender potencial por favores
El caso del Tallerón de Duro Felguera, en Gijón, es una herida abierta. En lugar de apostar por una reestructuración seria de la calderería pesada asturiana, con posibilidades reales si se libera de lastres sindicales y se profesionaliza la gestión, el Gobierno prefiere regalar el activo a una empresa bluff como EM&E.
Una empresa que no produce tecnología propia, que crece a golpe de deuda y que ahora pretende ser absorbida por Indra como parte de una operación de poder.
Lo grave es que todo esto sucede mientras Pedro Sánchez insiste en que España no necesita llegar al 5% del PIB en gasto de defensa comprometido en la OTAN, y que con el 2,1% es suficiente.
¿Entonces para qué este frenesí de compras? La respuesta es sencilla: no se trata de Defensa, sino de control. No se trata de eficiencia, sino de colocación de peones. En el fondo, la venta del Tallerón no es solo un expolio industrial. Es una señal de que Asturias vuelve a ser moneda de cambio en el tablero socialista. Una pieza sacrificada para alimentar un plan que no le beneficia, sino que la despoja de capacidad estratégica. ¡Y todo con la colaboración del Principado!
Indra como instrumento: política, no estrategia
La conversión de Indra en «campeón nacional» se ha vendido como un movimiento para competir con gigantes como Rheinmetall o Leonardo. Pero el sector militar español, y también los inversores, no lo ven claro. Porque las prisas, el sectarismo y la politización pesan más que el proyecto industrial.
El Ministerio de Defensa dirige la orquesta, pero la batuta la sostiene Moncloa. La SEPI ya controla el 28% de la compañía, y desde 2022 los movimientos han sido vertiginosos: destitución de Fernando Abril-Martorell, nombramiento de Marc Murtra (PSC), ascenso de Ángel Escribano, y ahora la absorción de EM&E, empresa en la que Escribano tiene el 50% junto a su hermano. Un conflicto de intereses que, lejos de evitarse, se acelera.
El objetivo es cerrar la operación antes de un posible cambio de Gobierno. A toda prisa.
Ceses en el Consejo de Administración, presiones a ejecutivos como Luis Abril (que dimite), y dudas serias sobre la valoración de una empresa endeudada, sin capacidad real y cuya viabilidad depende de contratos vinculados a Israel, justo cuando Sánchez se enzarza en una cruzada simbólica contra ese país.
El silencio militar y las advertencias
Las Fuerzas Armadas asisten con alarma al proceso.
- –Dudan de que centralizar todo en Indra aumente la eficiencia.
- –Temen que la falta de competencia eleve precios y reduzca calidad.
- –Cuestionan que una empresa con experiencia en software quiera liderar la fabricación de blindados.
- -Y desconfían de una estrategia donde los criterios políticos prevalecen sobre los técnicos.
- -Incluso empresas como GMV, Sener o Instalaza expresan su temor a ser absorbidas o desplazadas por un gigante con pies de barro.
Porque lo que se está construyendo no es un ecosistema fuerte, sino un conglomerado subordinado al poder.
Un futuro hipotecado
La paradoja es que Indra se revaloriza en una bolsa cortoplacista, pero genera desconfianza estructural. Porque lo que algunos ven como campeón, otros lo interpretan como un caballo de Troya.
–Una empresa que reparte juego político más que industrial.
–Un proyecto que, en lugar de sumar capacidades, excluye actores.
–Que utiliza la defensa como excusa para consolidar poder.
Mientras tanto, los Escribano fichan generales en la reserva, se aseguran contratos con el SIVE de la Guardia Civil, y ensayan expansiones como la apertura de una planta en Ucrania. Pero todo tiene un límite. Y si el castillo de arena se tambalea, el efecto dominó podría afectar a la propia estabilidad del sector. El campeón enseña sus trampas. Y el plan de poder de Moncloa queda a la vista.
Queda por ver si la opinión pública y los actores institucionales están dispuestos a seguir mirando hacia otro lado.
ENLACES RELACIONADOS:
1. Las grietas del plan de Moncloa con Indra que preocupan al sector militar
El artículo revela las dudas del sector militar sobre la estrategia del Gobierno para convertir a Indra en campeón nacional de defensa. Se alertan riesgos por concentración, politización y falta de competencia.
2. El milagro de los Escribano (Vozpópuli)
Radiografía del vertiginoso crecimiento de EM&E gracias a su conexión con el poder político, desde la pandemia hasta convertirse en proveedor privilegiado del Ministerio de Defensa.
https://www.vozpopuli.com/opinion/el-milagro-de-los-escribano.html
3. Empresas privadas o públicas, sí; chiringuitos, no (Asturias Liberal, Francisco Álvarez-Cascos)
El que fue excelente presidente de Asturias denuncia cómo se utilizan fondos públicos para crear estructuras empresariales artificiales al servicio del poder político, en vez de impulsar tejido productivo real.
https://asturiasliberal.es/2025/04/21/empresas-privadas-o-publicas-si-chiringuitos-no/
4. Sánchez, Escribano e Indra: continúa el desembarco en nombre del Estado… o del partido (Asturias Liberal, Joaquín Santiago)
Análisis de la operación de fusión Indra-EM&E como movimiento político dirigido desde Moncloa para colocar a afines en el corazón del aparato industrial y condicionar la política de defensa nacional.
Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED