
Parieron los montes y nació un ridículo ratón.
La vieja fábula de Esopo –rescatada luego por Horacio para reírse de los discursos huecos– sirve como envoltorio perfecto del doble pleno que celebró la Junta General del Principado para clamar, con todo el aparato institucional, contra el “cupo catalán”.
O al menos, contra una versión aguada del cupo, cuidadosamente filtrada para no incomodar a Ferraz.
–Asturias se revistió de solemnidad,
–convocó un pleno extraordinario en pleno julio,
–llenó la cámara de frases rimbombantes, de “unidad” y de “intereses comunes”…
-y parió, en efecto, un ratón. Uno pequeño, mudo y domesticado.
El miedo en el aire
El ambiente, antes del pleno, era espeso como el aire justo antes de la tormenta. Todos sabían que venía algo importante: el Gobierno de Sánchez había sellado con Salvador Illa un acuerdo que abría la puerta a una financiación singular para Cataluña, una expresión eufemística para no decir “concierto económico” o “privilegio pactado”.
En Asturias, esa fórmula despierta un reflejo pavloviano de desconfianza: porque lo que Cataluña gane, lo pierde otra. En los pasillos del parlamento regional, las palabras se elegían con cuidado. Barbón, como buen actor secundario con aspiraciones de continuidad, se escondía en bambalinas.

A escena mandó a su consejero Guillermo Peláez, un tecnócrata obediente, para poner la cara y leer el guion que otros escriben. Era suya la frase más repetida de la jornada: “Lo que afecta a todas las comunidades debe negociarse entre todas”. Un bonito lema multilateral… en un país que se ha vuelto unilateral por costumbre.
La finta de la izquierda y el canto de la derecha
El lunes 21 de julio se abrió el escenario. La derecha –PP y Foro– llevó al pleno una proposición de ley clara, tajante, quizá demasiado para el guion de Barbón:
- -se rechazaba el acuerdo con Cataluña,
- -se invocaba el principio de igualdad constitucional
- -y se animaba al Principado a usar todos los mecanismos posibles, incluso el recurso de inconstitucionalidad, si el pacto seguía adelante.
Pero el Gobierno no podía apoyar eso sin que se le atragantara el café en La Moncloa. Así que PSOE, IU y la diputada Covadonga Tomé cocinaron su propia proposición: de tono más diplomático, más templado, con expresiones cuidadas, sin nombrar a Pedro Sánchez ni sugerir pleitos legales.

Y ahí llegó el golpe teatral: PP y Foro decidieron apoyarla también. Se tragaron el tono tibio, convencidos de que lo importante era la unidad.
Votaron “sí” al texto gubernamental para no quedarse solos. El ratón empezaba a asomar la cabeza.
¿El resultado? Asturias emitió una “posición común” que, en apariencia, era firme:
-no a los privilegios,
-no a romper el modelo común,
-sí a un nuevo modelo de financiación negociado en plano de igualdad.
Todo suena bien. Pero el texto aprobado era exactamente lo que necesitaba Barbón para no molestar a su jefe. Y como guinda del pastel, la derecha que votó “a favor” recibió los desaires habituales.
- -IU les acusó de “alarmistas”.
- -Covadonga Tomé deslizó que los de la oposición solo querían montar ruido.
- -Y el PSOE se permitió salir con la cabeza alta, presentando el consenso como un triunfo propio.
Lo que se calló: ordinalidad y mordaza fiscal

Pero lo más significativo no fue lo que se dijo, como suele ocurrir en la vida, sino lo que no se dijo.
En ningún momento el pleno asturiano entró al fondo de las dos cláusulas más explosivas del acuerdo con Cataluña:
1. El principio de ordinalidad: ese concepto que jamás ha formado parte del modelo de financiación y que ahora se desliza como si fuera un axioma.
Es sencillo: si Cataluña aporta más, quiere seguir siendo de las que más recibe. Solidaridad, sí, pero sin perder el sitio en la foto. Un modelo que condena a Asturias –envejecida, dispersa, sin músculo fiscal– a recibir migajas, aunque necesite más.
2. La limitación de las bajadas de impuestos: Cataluña, después de recibir una quita de deuda de 15.000 millones de euros, propone que ninguna comunidad pueda rebajar impuestos.
Traducción: los demás pagan sus excesos, y encima deben quedar atados fiscalmente para que ellos no pierdan atractivo. En Asturias, donde la única palanca competitiva puede ser precisamente una bajada selectiva de tributos, eso suena a doble castigo.
Nada de eso entró en el texto aprobado por la Junta. Ni ordinalidad ni mordaza fiscal. Porque el acuerdo no estaba pensado para molestar, sino para aparecer que se molesta.
Un parto sin dolores. Barbón, el Poncio Pilatos de Asturias
El papel de Barbón en toda esta farsa fue digno de una nota al pie en los manuales de estrategia burlesca.
–No subió a la tribuna.
–No se enfrentó al parlamento. No se manchó las manos.
–Mandó a Guillermo Peláez como emisario, como escudo humano, como ministro plenipotenciario de una indignación cuidadosamente dosificada.
Barbón no quería contradecir abiertamente a Sánchez. Pero tampoco podía permitirse quedar ante los asturianos como un felpudo de Ferraz.
Así que hizo lo que mejor sabe: simular firmeza sin ejercerla, dejar que el parlamento diga lo que él no puede decir, permitir una resolución crítica sin mencionar al Gobierno central y sin entrar en zonas incómodas.
Ni ordinalidad, ni quitas, ni vetos fiscales. Solo una defensa genérica del modelo común, con lenguaje de gabinete. Una maniobra hábil en una Junta corta de habilidad.
Deja contentos a muchos, no enfada demasiado a nadie. Pero también deja a Asturias sin fuerza real en el tablero.
Camino a 2027: Barbón se agarra al equilibrista

La estrategia está clara. Barbón no piensa enfrentarse a Sánchez ahora, ni más adelante. Su hoja de ruta pasa por aguantar hasta 2027 con un perfil asturiano que no moleste en Madrid.
Porque sabe que la decadencia electoral de Sánchez será arrastradora, y solo una imagen de liderazgo “responsable” y “moderado” puede evitar el naufragio total del PSOE asturiano.
En esa lógica, no importa tanto lo que se consiga, sino lo que se aparenta:
- -Que el parlamento parezca unido.
- -Que el presidente parezca defensor de Asturias.
- -Que la Junta parezca indignada.
- -Que todo parezca lo que no es.
Porque el objetivo no es cambiar el rumbo de la financiación, sino llegar a las elecciones sin perder el equilibrio.
El ratón y los ingenuos
Mientras tanto, el PP y Foro, bienintencionados, decidieron apoyar el acuerdo “institucional”. Votaron con la izquierda pensando en la utilidad de la unidad. Creyeron que cedían en el tono para ganar en el fondo. Pero lo que hicieron, al final, fue regalar a Barbón un balón de oxígeno inesperado.
Le han permitido presentarse como jefe de una región ofendida, sin que eso le cueste un solo reproche en su partido.
Y lo peor es que si el pacto de Sánchez con los independentistas descarrila, no será por esta oposición autonómica. No será por Asturias. Será porque no hay forma legal ni técnica de entregar a Cataluña todos los tributos sin vulnerar la Constitución, sin desatar conflictos fiscales y sin romper la caja común.
La resistencia real vendrá de los informes jurídicos y de las cuentas públicas. No de las resoluciones “institucionales” de la Junta General.
Es decir: el ratón ya ha salido. Pequeño, con cara de enfado. Pero inofensivo. Y mientras los montes vuelven a dormir su siesta de verano, Sánchez sigue adelante con sus socios, Barbón se mira en el espejo y se felicita por salir indemne, y Asturias… bueno, Asturias seguirá esperando una financiación que nunca llega.
ENLACES RELACIONADOS:
1. “Asturias rechaza la financiación singular para Cataluña y exige un pacto multilateral con todas las autonomías”
Noticia informativa que recoge la postura oficial del Gobierno del Principado (PSOE‑IU) anunciando su rechazo al pacto fiscal con Cataluña. El consejero Guillermo Peláez reclama que el nuevo modelo se negocie en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en un plano de igualdad para todas las comunidades.
2. “La Junta rechaza el acuerdo de financiación singular en Cataluña”
Crónica del pleno de la Junta General del Principado, que documenta el rechazo institucional al acuerdo de financiación con Cataluña. Recoge cómo PP, Foro, PSOE e IU respaldan una resolución que insta a defender el modelo común y advierte sobre los riesgos para los servicios públicos asturianos.
3. “Cómo y en qué afectará a Asturias la financiación singular de Cataluña”
Análisis con perspectiva regional de Joaquín Santiago Rubio que explora los efectos presupuestarios y fiscales del acuerdo. Advierte sobre la pérdida de capacidad de inversión en infraestructuras como el Corredor Atlántico, la imposición del principio de ordinalidad, y la restricción para rebajar impuestos autonómicos.

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED