
Fotografía de portada: Ione Belarra e Irene Montero se exaltan protegidas por miembros de la agrupación anarquista vallecana Bukaneros. EFE.
“La política que padecemos busca titulares y el deporte se convierte en escenario . Y si para ello, se apaga la responsabilidad del gobernante .”
Lo ocurrido en la etapa final de la Vuelta a España en Madrid no fue un arrebato ciudadano: fue planificación. Un operativo de dispositivo policial insuficiente que permitió la irrupción, más la coartada moral de Palestina para justificar un boicot que venía con libreto. El Gobierno obtuvo lo que quería: ruido, cámara y cortina de humo.
El operativo flojo: cálculo vestido de error
La llegada final se dejó a merced del bloqueo porque convenía. Un día antes, Pedro Sánchez aplaudió a los “defensores de los derechos humanos” que iban a “protestar”; y después, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría (Portavoz del Gobierno), y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (Interior), se afanaron en negar la existencia de violencia.
El parte real: 22 policías heridos y dos detenidos. Esa proporción habla por sí sola.
Negar la violencia cuando los agredidos fueron solamente policías no es prudencia: es un aval implícito a terroristas callejeros.
Motivo de fondo: tapar los propios incendios. El caso Begoña Gómez, el desgaste de Álvaro García Ortiz y el papel de Santos Cerdán piden titulares alternativos. La épica de la Castellana sirve para lo que sirve: ganar voto de extrema izquierda y cambiar la conversación.
Lo de Gaza, para Moncloa, es el disfraz.
Ni espontáneo ni ingenuo: BDS + GKS
El bloqueo no lo parieron las musas. Estuvieron BDS y GKS. El primero, referente del boicot global, abraza objetivos que encajan con la agenda de Hamás —incluido rechazar de facto la solución de dos Estados—; el segundo, GKS, es la cantera del independentismo vasco vinculada al entorno de Sortu y de Bildu, con una prioridad clara: desestructurar España aprovechando cualquier ola. ¿Solidaridad con los gazatíes? Vehículo útil, no destino.
El patrón, además, se repite: de Bilbao a Madrid, ensayo y réplica, con tácticas de kale borroka y la logística de una coordinación que no se improvisa en un grupo de mensajería.
Cuando un evento internacional se convierte en pista de pruebas, es porque alguien abrió la puerta y retiró los controles.
El relato de la “protesta espontánea” dura lo que tarda en aparecer la lista de colectivos implicados y la secuencia de llamadas coordinadas.
La meta verdadera no estaba en la Castellana
Balance final: un Gobierno que dejó hacer, un operativo diseñado para fallar, heridos suficientes para probar la violencia, y una negación oficial que funciona como apoyo efectivo a los que revientan pruebas deportivas. La meta no era el podio: era el titular. Y se consiguió.
La espontaneidad es un mito piadoso: detrás siempre hay agenda, guion y alguien contando votos.
- CSD (Rodríguez Uribes) responde a la UCI por La Vuelta
- Almodóvar respalda las protestas ligadas a Gaza
- ABC: BDS y los radicales que reventaron la Vuelta
- El Mundo: de Bilbao a Madrid, la red que mantiene las protestas
- LD: “Kale borroka” y violencia profesionalizada (Serafín Giraldo)

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED