
Fotografía de portada: El presidente ejecutivo de Duro Felguera, Eduardo Espinosa. EUROPA PRESS.
Digámoslo claro: el plan de reestructuración de Duro Felguera no es una brújula para diez años; es un paraguas para cuando escampa.
La narrativa oficial dice que todo encaja: homologación judicial a la vista, “dinero nuevo” de Prodi y Mota-Engil México (10 millones), un ERE de 180 salidas con 25/14, la venta de El Tallerón (3,65 millones) y el traslado operativo.
Sobre el papel, el rompecabezas parece ordenarse. Pero un ensayo serio exige separar el argumento de la trama de fondo: ¿resuelve esto algo más que el corto plazo? La respuesta es que no; al menos, no todavía.
El corto plazo vestido de epopeya
Los planes que “salvan” compañías suelen tener una virtud: dan tiempo. Y un vicio: lo gastan sin reformar lo esencial. Aquí, la secuencia es conocida.
-Se alivia caja con ventas y desapalancamiento,
-se reduce plantilla,
-se canta victoria ante el espejo y se confunde oxígeno con pulmones nuevos.
La duda razonable es si esta cirugía menor desemboca en una estrategia industrial o si solo maquilla una gobernanza enferma que nos traerá de vuelta al mismo pasillo de urgencias.
Si la solución cabe en un trimestre, el problema no era estratégico; o la “solución” no lo es.
Intereses alineados… en el minuto 90 del partido
La aceptación casi segura del plan parece guiada por una alineación de intereses inmediatos más que por una convicción de fondo:
1) La dirección “mexicana” y su órbita (Prodi y Mota-Engil) obtienen una salida a medida de sus prioridades en México. El perímetro se ajusta, la presión baja y se preserva el tablero donde de verdad les importa jugar. Nada nuevo bajo el sol: todo conglomerado global opera con centros de gravedad. La pregunta incómoda es si Asturias es uno de ellos o un apéndice que facilita otras partidas.
2) Gobierno regional, SEPI, Cámaras y FADE pueden proclamar el todo va bien. El titular tranquiliza: “evitado el concurso de acreedores”, “salvados los puestos que quedan”, “llega la inversión”. Marketing de estabilidad: legítimo, útil políticamente y anestésico social. Pero un bien tan corto se confunde con el bien que importa.
3) El juez queda de cara al entorno con un visto bueno a un despiece que se parece a un concurso… sin administrador concursal. La pelota pasa a una dirección que lleva tiempo sin demostrar capacidad para poner coto a sus vicios de gestión: demasiados generales, pocos soldados. ¿Es sensato llamar “plan” a lo que, en el fondo, delega el problema donde nació?
El ERE, las recolocaciones y la capa directiva
Se ha enfatizado —con razón— que el ERE de 180 rebajó el alcance inicial y mejoró las condiciones. Y que la recolocación (≥90% vía firma externa) es la bisagra que dota de legitimidad social al ajuste. Concedido. Pero la aritmética moral queda coja si la cúpula permanece blindada en una empresa con más mando que tropa. No es un problema ético (que también), sino operativo: una estructura pesada, costosa y poco enfocada a la eficiencia industrial es la receta exacta para volver a necesitar “planes”.
Reducir plantilla sin redefinir mandos es cambiar el peso del barco moviendo maletas en cubierta.
El despiece que no reforma el modelo
La venta de El Tallerón, el traslado, la eventual desinversión en la sede… todo ello mejora caja y reduce inercia. Bien: es quirófano.
Pero sin rediseño de producto, mercados y márgenes es tan solo contabilidad de supervivencia.
-¿Dónde está la tesis industrial?
-¿Qué capacidades se priorizan?
-¿Qué plan comercial justifica la esperanza?
El silencio sobre esto suena demasiado a “ya veremos”. Y el “ya veremos” es la forma educada de decir “no lo sabemos”.
Qué haría falta de verdad
Un plan que merezca tal nombre debería:
- -Reformar la gobernanza: adelgazar la cúpula, alinear incentivos a ROIC y flujo de caja, y profesionalizar la toma de decisiones (menos cortesanos, más operadores).
- -Priorizar líneas rentables y abandonar, sin romanticismo, las que consumen capital sin retorno. Estrategia es elegir, no coleccionar proyectos.
- -Integrar a SEPI como socio inteligente, no como anestesista: exigir hitos, Indicadores de Desempeño y cláusulas de rendimiento, con consecuencias claras si no se cumplen.
- -Mercados concretos, contratos con margen y un plan comercial agresivo que no dependa de un solo país ni de una sola gran cuenta.
- -Transparencia trimestral en backlog (lista priorizada y dinámica de tareas pendientes necesaria para alcanzar los objetivos de un proyecto o producto) con márgenes, productividad y avance de recolocaciones.
-
La confianza no se declama; se mide.
Señales que dirán la verdad
En doce meses sabremos si fue paraguas o brújula. Cuatro termómetros bastan:
(1) Auto de homologación y condiciones;
(2) tasa real de recolocación y perfiles sin salida;
(3) reducción medible de la cúpula y del coste SG&A;
(4) backlog rentable y conversión a caja. Si fallan, volveremos a oír la música de fondo: “otro plan”.
El “todo va bien” es una frase peligrosísima: suele pronunciarse justo antes de la factura.
Me gustaría equivocarme. Me gustaría que este plan de reestructuración fuese el punto de inflexión que Asturias merece. Pero la experiencia y la aritmética aconsejan prudencia: cuando un diseño satisface tan bien a tantos en el corto plazo, acostumbra a dejar intacto lo único que importaba resolver en el largo. Que esta vez no sea así dependerá menos de notas de prensa y más de decisiones que duelen arriba, donde empezó el problema. Si no se tocan, volveremos a discutir de concursos, de ventas apresuradas y de “planes” que no eran planes, sino pausas.
La solución real no es evitar el naufragio de hoy, sino construir un barco que no vuelva a hundirse mañana.
ENLACES RECOMENDADOS:
- Cinco Días (25/09/2025): DF aprueba el plan para evitar el concurso
- Cinco Días (11/06/2025): DF acerca posiciones con SEPI
- Asturias Liberal (11/08/2025): ERE 180 y las dos claves ocultas
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Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED