Asturias Liberal > España > Querida Leire, el milagro español es que aún sorprendas

Fotografía de portada: Leire Díez, en su reciente comparecencia en Madrid. Carlos Luján (Europa Press)


Los audios de Leire Díez no son una anécdota, sino un síntoma: muestran la distancia obscena entre el discurso de regeneración del PSOE y la realidad de sus pasillos, intermediarias y “manos derechas” en la sombra.

En España, los grandes escándalos ya no nacen en despachos oscuros, sino en audios de WhatsApp grabados a bocajarro. Y, aun así, cada vez que aparece una Leire Díez de turno, la dirección del PSOE se lleva las manos a la cabeza como si hubiera descubierto un meteorito político. Hay que reconocerles el talento para la negación: podrían tener a la fontanera del poder dentro del salón, fregona en mano, y seguir repitiendo que no conocen a “esa señora”.

Pero vayamos por partes.

Leire Díez no es un personaje menor. No es una anécdota en los márgenes del poder. Es el sintoma puro: la pieza que encaja perfectamente en esa máquina de control, favores cruzados y silencios oportunos que el PSOE ha construido durante años. Y que, cuando sale a la luz, se apresura a denunciar como si hubiera caído del cielo.

Los audios de Leire no solo enseñan frases imprudentes: enseñan una cultura política entera.

Los audios recientes no revelan solo conversaciones indiscretas. Revelan una estructura. Porque que una militante, exmilitante o satélite del partido —según convenga el día— pueda moverse entre dirigentes, fiscales y ministerios no es casualidad ni travesura. Es cultura de partido. Es tejido. Es sistema.

La “mano derecha” que nadie conoce

Escuchamos a Leire Díez presentarse como la “mano derecha” de Santos Cerdán, el hombre que hoy ejerce de arquitecto mayor de la gobernabilidad a cualquier precio. Y uno quiere pensar que semejante título no se improvisa: nadie se convierte en mano derecha de un día para otro sin haber sido previamente mano, codo y antebrazo de algo más grande que ella misma. En política, la confianza es una inversión. Y el PSOE no invierte al azar.

Quien se presenta como “mano derecha” de Santos Cerdán no es un satélite suelto: es producto directo del ecosistema socialista.

Después está ese lenguaje de pasillo que tanto dice sin decir: “Yo no voy a aparecer en ningún lado”, “ya sabes cómo funciona esto”, “esto queda entre nosotros”. La liturgia del poder en modo doméstico. No hace falta ver el cuadro completo: bastan las pinceladas para reconocer la escuela.

La negación ritual del PSOE

Por eso es tan poco convincente la reacción oficial del PSOE. El partido jura que no sabe quién es Leire Díez, que no tiene relación con ella, que no responde por sus palabras… mientras medio país escucha en directo cómo la misma Leire se pasea por el entramado socialista con la familiaridad de quien conoce las estancias internas.

Uno diría que, si esta mujer es una desconocida universal, el partido tiene un problema mayor: cualquiera podría entrar, opinar, coordinar y manejar hilos sin que nadie lo perciba.

La explicación verdadera es otra: no es que el PSOE no la conozca; es que no quiere que la conozcamos nosotros.

Porque cada “caso Leire” ilumina las cloacas suaves, las alfombras mullidas y los pasillos discretos por donde circula el verdadero poder: el informal, el no registrado, el que opera sin luz. Y cuando esos pasillos quedan expuestos, el partido hace lo que siempre hace: negar, minimizar, desviar, convertir lo obvio en improbable.

Leire como síntoma, no como excepción

Lo extraordinario del episodio no es Leire Díez. Es lo que revela sobre la estructura que permitió que existiera una Leire. Esa arquitectura paralela donde el partido construye confianza por debajo del radar, sin expediente ni firma, pero con utilidad estratégica. Y donde las fronteras entre militante, amiga del partido, operadora ocasional o intermediaria improvisada se diluyen hasta desaparecer.

La dirección socialista puede decir lo que quiera. Puede repudiar su existencia, alegar desconocimiento y fruncir el ceño de la indignación técnica. Pero los hechos son tozudos: si Leire Díez ha podido moverse como se movió, es porque el sistema estaba ahí para recibirla. La estructura la precedía. No la creó ella: la habitó.

El “caso Leire” no es un accidente: es el espejo incómodo de cómo se construye poder informal en el socialismo gobernante.

 

Querida Leire, saque el libro; querido PSOE, mire su sombra

Quizá por eso tiene sentido sugerirle que se anime a escribir su libro. No ya porque la historia dé para novela —que también— sino porque sus andanzas cuentan algo más grande que ella misma: el retrato íntimo de un partido que siempre dice no conocer a nadie, salvo cuando le conviene. Y que pretende que la ciudadanía viva eternamente entre la sorpresa y la amnesia.

Pero España ya ha crecido. Ya no compra esa ingenuidad performativa del poder. Ya no traga con las negaciones en serie cada vez que aparece una nueva “Leire” en los audios, en los sumarios o en los pasillos.

Querida Leire: saque el libro.
Y querido PSOE: deje de fingir que no reconoce su propia sombra.


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