Lo que Indra está a punto de hacer con EM&E, pertenece a la categoría de las mutaciones patrimoniales financiadas por el poder político.
El vestido es el de la absorción de una compañía; lo que hay es la conversión de un patrimonio privado casi inmovilizado en una fortuna líquida, multiplicada con dinero público y estratégicamente privilegiada. Y esa fortuna tiene dos titulares: Ángel y Javier Escribano.
Aquí reside la clave: lo que se presenta como “coordinación industrial” es, en realidad, la metamorfosis financiera más potente en la industria de defensa española desde la creación de la SEPI.
De patrimonio ilíquido a patrimonio cotizado
La primera ventaja para los hermanos Escribano es evidente: transformar el valor ilíquido de EM&E (valorada entre 1.300 y 2.000 millones de euros) en acciones líquidas de Indra. Esta conversión les otorga:
- Liquidez inmediata,
- capacidad para vender participaciones en tramos,
- atracción de talento mediante incentivos en acciones,
- y libertad para diversificar sin perder control.
Hasta aquí, ya sería una operación extraordinariamente ventajosa.
Pero esta es solo la primera derivada.
La verdadera fuerza: el multiplicador estatal
La segunda derivada —la decisiva— es que la liquidez de los Escribano no depende solo de Indra; depende del Estado. La absorción les proporciona acceso directo al multiplicador estatal: el enorme flujo de gasto público en defensa que Indra gestionará durante la próxima década.
Con la operación, los Escribano no compran un 25–27% de Indra: compran el 25–27% de todos los programas públicos futuros que inflarán su valoración:
- •créditos a tipo 0%,
- •programas especiales de modernización,
- •contratos plurianuales,
- •ciberseguridad y digitalización,
- •torretas, optrónica, comunicaciones tácticas, artillería, naval…
Es decir: cada euro público que entra en Indra revaloriza el patrimonio líquido de los Escribano. Esto no es solo una fusión: es un mecanismo de amplificación patrimonial respaldado por el BOE.
Ejemplo directo: si Indra vale hoy 8.500 millones, un paquete del 25% se acerca a los 2.150 millones. Si la acción sube un 10% por nuevos programas públicos, los Escribano ganan más de 200 millones en patrimonio sin mover un dedo. Ninguna empresa privada independiente puede ofrecer un multiplicador semejante.
El tercer vector: la retribución a directivos
A esto se suma un beneficio menos visible, pero estratégico: la capacidad de retribuir directivos en acciones. En una compañía privada como EM&E:
- •los bonus se pagan en efectivo,
- •no existen stock options,
- •y cada incentivo tensiona la tesorería.
En Indra, en cambio, los Escribano pueden usar instrumentos líquidos:
- •planes a largo plazo,
- •acciones restringidas,
- •vesting a cinco años,
- •retribución indexada al rendimiento… o a la fidelidad.
Y todo ello sin tocar la caja.
La liquidez no solo enriquece: también abarata la excelencia directiva y fortalece el control interno.
Una redistribución silenciosa de poder
Por eso esta operación no es solo empresarial: es política. El Gobierno obtiene su “campeón nacional”. Indra obtiene músculo. Y Ángel y Javier Escribano obtienen:
- riqueza líquida,
- multiplicador estatal,
- capacidad ilimitada para atraer talento,
- influencia estructural en el sector defensa.
En España, cuando la política industrial decide, las fortunas cambian de escala. Y pocas se habrán reescrito con tanta precisión, tanta velocidad y tanta liquidez como la de los hermanos Escribano.
Aquí está la historia. Aquí está el núcleo. Lo demás son notas al margen.
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Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED