En una ocasión, estaba contemplando a dos niños que aun gateaban y uno le quitó al otro un juguete de las manos, intentó recuperarlo y solo consiguió llevarse unos manotazos que el otro de dio con gran soltura. Aunque tras la agresión desistió de su empeño, todavía recibió un par de sopapos de regalo.
Soy poco aficionado al fútbol, pero ocurrió que en mi comarca se jugaba un partido de marcada rivalidad, un derbi. No debió estar muy acertado en sus decisiones el árbitro, porque terminado el encuentro, una gran multitud de forofos esperaban a que saliera con una claras intenciones agresivas. Tras un buen rato, salió el asustado juez de campo en un coche al que aporrearon con todo lo que pudieron.
Seguidamente, la multitud muy exacerbada, se encamina hacia el cuartel de la Guardia Civil, ubicado casi al lado del estadio. Yo tenía amistad con los guardias porque les había hecho algunos trabajos en los días de su patrona, y entré en el cuartel. La gente los amenazaban y los insultaban con un buen rosario de todo tipo de improperios.
Yo les comenté a los guardias, ¿pero qué quieren si el árbitro ya se fue y el resultado del partido ya no tiene remedio? Uno de los guardias me contestó, “vienen a por ostias” ¡¡¡Qué me dices!!! respondí atónito. Los demás guardias me lo confirmaron: “si si, necesitan palos”
Cuando se acercaron demasiado a la puerta del cuartel, los guardias empezaron a repartir culatazos con su fusil, no tenían toletes como los “grises”, y pude ver a personas mayores y por mi conocidas, sangrando por la narices, cejas rotas etc etc.
La historia se cuenta teniendo como argumento principal las guerras, las invasiones, las conquistas, las reconquistas e incluso, las contiendas civiles. Tal es así que se ha hecho famosa la frase “los pueblos felices no tienen historia”. Lamentable, pero es así.
¿De dónde nos viene esa agresividad, que aflora ya desde que somos bebés y que nos acompaña toda la vida? ¿Lo llevamos en el ADN? La mayoría de las religiones, comienzan con el enfrentamiento entre los seres supremos, dotados de la misma mala leche que los mortales.
Los griegos tenían una mitología muy rica e imaginativa, pero que comienza con una terrible historia: El dios Cronos, temeroso que sus hijos le arrebataran el trono, pues se los come!! Se salva, con la ayuda de su madre, el pequeño Zeus, que consigue que su padre vomite a sus hermanos, y juntos, consiguen hacerse con el poder y mandar a Cronos a la porra.
Los romanos, podían haber suavizado un poco los acontecimientos, pero no fue así. Saturno, igual de bruto que su homólogo griego, también se come a sus hijos. Se salva Júpiter, que con igual táctica que Zeus, se hace con el poder supremo.
Hombre, esas son mitologías de gentes muy brutas, y nosotros, más cultos y civilizados, tenemos una religión revelada y condensada en un libro que es el más traducido y vendido en el mundo. Es aceptado por varios miles de millones de personas en las que no deja de haber grandes teólogos, filósofos, y serios exegetas. Vale, pues siendo así, vamos a asomarnos tímidamente y sin pretensiones, a estudiar si también, algo de culpa tienen en nuestro mal carácter.
La cosa empieza con la creación de los ángeles. Unos más distinguidos que otros, lo cual ya no me parece muy buena idea, Ocurre que el mas chulo de todos ellos, un tal Lucifer, no acepta ser menos que su creador y con sus seguidores, que siempre los hay, se revelan con todas las consecuencias. Gana Dios creador, como es lógico, y los manda a todos al infierno. Nosotros, los humanos, que nada tuvimos que ver, pues parece ser que al guapo de Lucifer, le caemos fatal.
Seguimos. Tras crear un hermoso mundo, Dios centra la cumbre de su obra en la persona de Adán y al poco, por lo de la soledad, a Eva. Pues ocurrió que por no se qué malas influencias, faltaron al respeto a su creador y este, no solo los echó del resort, sino que además les quitó un montón de prebendas.
Como Adán y Eva eran pareja, tuvieron hijos. Un tal Caín y Abel. No se si de pequeños, cuando andaban aún a gatas, ya se peleaban, pero de mayores, parecer ser que sí. Total que el más bruto, el tal Caín, con un contundente porrazo, mató al pobre Abel. Como veis, la cosa no pinta nada bien para la humanidad.
Pero no todo el mundo era malo…o por lo menos, no del todo. Había un tal Abrahán que se llevaba muy bien con Dios. Debió de parecerle raro al Señor y quiso comprobar si era tanto su aprecio como aparentaba. No sé cuanto tiempo le llevó el pensar en ponerle una prueba, pero la verdad que la cosa tenía tela. Abrahán, tenia un solo hijo, Isaac, muy deseado y querido por él.
Entonces, mejor prueba imposible: “a que no lo matas y me lo ofreces como lo haces de vez en cuando con alguno de tus corderos” Porque se que sabéis la historia, si no, ni se os pasaría por la mente la respuesta del pobre profeta: “eso está hecho Señor” Al final la cosa no llegó a culminarse, pero el susto que se llevó el pobre Isaac, no creo que aun se le haya pasado. Yo creo que ni a Putin se le ocurría pedirle una cosa así a Zelenski.
Cada vez la cosa se pone más fea. Tanto es así, que a Dios no le gustaba nada , pero nada nada, la deriva que estaba tomando la humanidad y tras meditarlo mucho, se puso en contacto con el mejor siervo que tenía en la tierra y le dijo: te vas a poner a hacer un barco como yo te diga y me da lo mismo que tardes lo que tardes, porque estoy muy cabreado, y exceptuándote a ti, a tu familia y a unos cuantos bichos, voy hacer borrón y cuenta nueva. Noé, que asi se llamaba el encargado del astillero, sin rechistar se pone a la faena que le duró nada menos que casi cien años.
Tal como había previsto el Señor, pues con un persistente diluvio, termina ahogando a todo bicho viviente, incluidos los humanos, por supuesto. Ahogó también el gen de la mala leche? Se había hecho una minuciosa selección con la familia de Noé, o sea, que debería haber quedado erradicada la maldad no? Pues lamentándolo mucho, no fue así. Al poco tiempo, la cosa de la agresividad y otros aspectos poco deseados, no solo persistieron, sino que se acentuaron. ¿Entonces?
Fíjate si tenían la cabeza hueca, que no se les ocurre nada más que intentar hacer una torre que llegara al cielo. Solo era cuestión de dejarlos trabajar como bobos, porque muy alta la torre no iba a llegar. Su propio peso, con los materiales usados, se derrumbaría de un momento a otro, Pero como a Dios esas cosas le hacen poca gracia, propicia que cada uno hable un idioma distinto y terminen dejando la obra por falta de entendimiento. Pues por culpa de esa estúpida torre, resulta que tenemos en el mundo mas de siete mil idiomas y ya no te digo de dialectos
El bueno de Isaac, tiene dos hijos, Esaú y Jacob. El tal Jacob, mas listillo y preferido de su madre, consigue la primogenitura, primero engañado a su hermano y luego a su padre, con la ayuda de se madre. Un prenda. Pues con sus doce hijos, es como se conforman las doce tribus de Israel, o sea, el pueblo que Dios elige para que se generara una estirpe de donde, finalmente, nacería su hijo, salvador de todos nosotros y vencedor del demonio, que no para de darnos la lata. Pero aún falta mucho para llegar ahí.
Torpes como mulas, el pueblo de Israel, no es capaz de tener a Dios contento y terminan siendo cuatrocientos años esclavos de los egipcios. Por fin, decide que ya estuvo bien y organiza la marcha hacia una tierra que les tenía prometida. Claro, el Faraón no lo vio nada claro y dijo que nones. Entonces, con la mediación de un tal Moisés, negocian la salida con serias amenazas, pero sin ningún éxito.
No hicieron caso a un montón de plagas que eran molestas de narices: río teñido de rojo, plagas de mosquitos, de ranas, sapos, tábanos, langostas, etc. Nada de eso doblegó al Faraón. Pero llego la definitiva. Dios envió al ángel exterminador, que menudo era, y se cepilló a todos los primogénitos de los egipcios incluidos los de los animales de trabajo y compañía, O sea que lo de Saturno y Cronos, totalmente superado.
Por fin se van de Egipto camino de la tierra prometida. Pero eran hombres de poca fe, no quedaba otra que castigarlos a cada poco. Total que se tiran cuarenta años dando paseos por el desierto a lo tonto. Se supone que la edad media de vida de aquellos tiempos eran de unos cuarenta años, así que no se a eso de la tierra prometida, cuantos fueron los que llegaron.
Los habitantes del planeta en aquella época, no debían de ser muchos, por tanto, había tierra para asentarse en multitud de lugares sin ningún problema. Ese detalle, temo que se le pasó a Dios y cuando, por fin llegaron al prometido lugar el pueblo de Israel, se encontraron con que aquello estaba todo ocupado e incluso fuertemente amurallado.
A los habitantes de dicho lugar, Jericó, se les da a conocer los planes que Dios tiene para el pueblo elegido de Israel y se les invita, por la de buenas, que cojan todos sus enseres y que se vayan con la música a otra parte. Era de esperar que no estuvieran por la labor y la cosa terminara como no podía ser de otra manera, es decir, a ostia limpia.
Bien, para no extendernos en detalles: ayudados por el Señor y una traidora a su pueblo, los israelitas arrasan la ciudad, dando muerte a absolutamente a todos, es decir, niños recién nacidos, embarazadas, ancianos, enfermos, lisiados,…a todos, menos a la mujer traidora, que fue la única que quedó viva y la casa que dejaron en pie.
Vamos progresando, pero propongo dejarlo aquí y continuar en un próximo capítulo.
Somos dueños de nuestra vida y somos, por consiguiente, libres, cuando nuestra razón impone su dictado a nuestra voluntad.