Al final Felipe VI ha cedido a las presiones del Partido Popular. Sinceramente no creí que lo fuera a hacer porque es una mala decisión al ser tomada antes de que madurara o bien se quedase verde la propuesta de quien tiene más expectativas de apoyos, que es Pedro Sánchez. Es la primera vez que la derecha, siempre respetuosa con la figura del monarca, le ha presionado hasta hacerle ceder y, con ello, dejarle un jirón en su papel como Jefe del Estado.
El primer error de todos es haber permitido que en las consultas habidas entre el Rey y los representantes de los partidos, éstos le hubiesen expuesto sus pretensiones de ser candidato o no. El orden del día de esas consultas es presentarse ante él y responder a sus preguntas acerca de los apoyos con que cuenta o con los que no. Nada más. Pero ambos candidatos, Sánchez y Feijóo, lo han hecho. Y el monarca lo ha permitido. Es así como se salvaguarda la imparcialidad de la Corona. Pero hace ya tantas legislaturas que no se cumple, que no ha lugar a lamentarse más.
El error más profundo, sin embargo, es que el Rey incurre con su decisión en un cierto grado de arbitrariedad pues, como se ha dicho, las elecciones no solamente otorgan representantes, sino que han de resultar en gobernabilidad, es decir, posibilidad de formar gobierno. Y el Rey ha de intentar esto antes que nada. Si la candidatura de Sánchez tiene más posibilidades de formar un bloque mayoritario, lo obvio es permitir que esto avance. Y si no avanza, se va a la segunda opción.
No se trata de que el Rey no tenga potestad para hacer lo que hizo, que la tiene. Tampoco incido aquí en algo evidente como el hecho de que Felipe VI tenga que ponerse a frenar un proceso separatista sin que haya matera fáctica para intervenir, pues no ha lugar a frenar lo que no se ha declarado aún.
Se trata fundamentalmente de que el Rey ha cedido a presiones y deja clara una preferencia que no debía haber evidenciado. Y para no asegurar que prefiera a Feijóo antes que a Sánchez (aunque los ciudadanos decentes sí lo prefiramos), opto decantarme por que Felipe VI ha dejado claro que opta por la lista más votada (mal) porque el Partido Popular le ha presionado (peor).
La de Feijóo hubiera sido la opción necesaria en caso de evidente y declarado fracaso de Pedro Sánchez. Entonces sí. Es tan perjudicial esta situación que Sánchez se verá beneficiado al evitar que todo el foco ilumine sus andares negociadores con los separatistas. Mientras las miradas van al candidato del PP, el incansable Sánchez gozará de cierta discreción para ceder y ceder aún más a la corte liberticida, PNV incluido.
Con esto y todo lo demás la figura del Rey quedará debilitada si es Sánchez quien forme gobierno. Solo salvaría algunos muebles de la monarquía que nadie lo lograra y que hubiera que ir a elecciones anticipadas o que el PNV, en una pirueta que se antoja improbable apoyara a Feijóo. Vox, aquí, en su actual estado terminal, daría sus votos sin la más mínima condición, apoyo éste que, aunque regalado, sería una losa para los de Andoni Ortuzar.
Todo un despropósito.
Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED