Sinceramente, ciertas entidades bancarias (desconozco si son todas o solo una de la que soy cliente desde que nací) están haciendo todo lo posible para que, sumidos en una impotencia absoluta, les lancemos un misil tierra-tierra y acabar así y de una vez con sus oficinas físicas. Y me explico:

Esta mañana fui a sacar dinero y ya me exaspera que no haya cajeros interiores (quizá sea porque el número de mendigos dormitando por la noche se prodiga y aumenta por doquier) así que fui a obtenerlo en uno de los “cacharrejos” exteriores, con la falta de seguridad que ello conlleva (muchos transeúntes, unos buenos y otros…quizás).

Los de fuera no admitían contactess así que a meter la tarjeta en la ranurita y seguir instrucciones.

Las teclas, casi ininteligibles por su uso.

Una vez hechas todas las operaciones la tarjeta queda dentro y, ni la puedo extraer, ni me da el dinero solicitado.

Detrás de mí, 4 personas en correspondiente cola a la espera.

Hablo con uno de los “coleros” para ver si puede avisar dentro de la sucursal y me dice que no (¡Olé el civismo!) pues perdería su orden lógico.

Voy raudo y veloz a hablar con la primera persona de dentro y, solícita aunque impertérrita, me dice que tengo que sacar número (pero, si saco número y espero, igual el cajero escupe la tarjeta o el dinero…o ambos). Me indica que una vez que la tarjeta queda dentro todo queda bloqueado hasta que haya intervención experta humana así que espero (y hay que creérselo).

Espero 25 minutos esperando (y mirando de soslayo hacia fuera) a que llegue mi numerito precedido de unas letritas (será para que el algoritmo banquero seleccione mi turno dentro su particular entresijo particular binario).

Delante de mí pasa una señora (que llegó cuatro más allá que yo) a cambiar un cheque de una comunidad de vecinos: 20 euros. Son las 11:45.

Me toca la vez y digo que se me devuelva la tarjeta así como que quiero sacar el dinero, ésta vez por caja.

¡Imposible! pues para los clientes el horario para sacar dinero es de 8:00 a 11:30 y son las 12:00.

Me da la tarjeta y me voy con un cabreo monumental.

Fuera, la señora hablando con una amiga y pidiéndome perdón por haber sido atendida antes que yo (¡Qué culpa tiene ella que los números vayan precedidos de letras en función de la operación a realizar y quién sabe, si el algoritmo es algoritma o algoritme!).

Y yo echando pestes por toda la avenida, sobremanera cuando a los clientes sólo se les da dinero de 8:00:00 a 11:30 y la mujer, no lo siendo, fue recompensada monetariamente a las 11:45.

Sinceramente, extrapolando el anuncio de televisión donde indica “yo, me cambio a la xxxxx (aseguradora)” adaptaré a mi casuística “yo, me cambio de banco”. Porque igual poner un misil tierra-tierra sería desproporcionado.

¿O no?

P.D. Banquero, te vas a enterar: si algún día vienes a solicitarme consultoría pues mi horario de atención será justo a la hora que tú no hayas venido.

Será que me estoy haciendo mayor…