Han estado tan impregnados de su propia fantasía, tan interesados en que ella les siguiera reportando beneficios a costa del pueblo, que no han visto venir la ola de sentido común que los votantes estadounidenses han formado.
El caso es que no han tomado a Trump en serio, sino que sólo han tomado en serio lo que menos había que tomar de él: sus bailes, sus gestos y sus frases fuera de contexto. Han formado una caricatura del presidente, masivamente apoyado, y ¡se la han creído! Lo que se disfrutan las rabietas de la izquierda.
Que el sentido común levante tantas ampollas y que haya sido menospreciado por Harris, Biden, De Niro, Jennifer López, Lady Gaga y demás engreídos de Hollywood (que ya no pueden acallar a los actores disidentes como sí hacían antes), es noticia. ¡El sentido común como novedad, señores!
Vamos con ese sentido común de los estadounidenses del que deberíamos aprender. Miremos este doble gráfico:
Y ¿Qué se ve en ellos?
1º El gráfico de la izquierda refleja la evolución de las opiniones de los más furibundos demócratas y de los más furibundos republicanos respecto del promedio de ciudadanos sobre un tema: el apoyo a la discriminación positiva de minorías (negros, homosexuales, mujeres, etc., la affirmative action). Y se ve clarísimo que los furibundos de la izquierda se han ido alejando vertiginosamente de ese promedio del sentido común (línea gris) alentados por políticas woke impuestas, empresas woke subvencionadas y censuras a cuenta de sabe Dios qué.
2º El gráfico de la derecha muestra el apoyo a incentivar la inmigración (signo +) o el apoyo a cortar con ella (signo -). El alejamiento de la vanguardia progre es ahí ya más que abismal. Por contra, en el promedio del common sense norteamericano predomina la opinión for cut, cortar con ella.
Y los republicanos, incluso los más entusiastas, están mucho más cerca del promedio. Luego dicen por aquí que los norteamericanos votan con el bolsillo, lo cual es meritorio y muy cierto, pero obvian hablar de la hartura total de los votantes respecto de las políticas de suicidio cultural y brazos abiertos a las calles inseguras.
Y es que, en suma, los votantes de Donald Trump se han dado cuenta de que desean libertad económica y sensatez sociológica. Y que, además, esas insensateces socavan sus bolsillos.
AH: Y síguenos en X:
Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED