
Una reparación con cálculo incluido
Treinta años después de la victoria del Partido Popular en Asturias, siendo Álvarez-Cascos Secretario General y líder de facto del mismo, quien fue candidato y Presidente por ello, Sergio Marqués, volvió a escena.
La Junta General celebró un homenaje institucional donde se habló de dignidad, memoria y reconciliación. Pero el subtexto no estaba en lo que se dijo, sino en para qué se dijo.
Porque más allá de la invocación formal al respeto institucional, lo que aflora es una confluencia interesada entre PSOE y PP asturiano: ambos partidos encuentran en la figura de Marqués una herramienta para sus fines actuales. En política, los homenajes rara vez son inocentes, y este tampoco lo fue.
El PSOE convierte la nostalgia en frontera
Juan Cofiño habló de “adversarios legítimos, nunca enemigos”. Adrián Barbón fue aún más claro: Marqués, dijo, era patrimonio de toda la sociedad asturiana. Con esas palabras, el PSOE traza una línea tácita para definir qué oposición es aceptable y cuál no.
La oposición marquiana, según este relato, es institucional, serena, pactista. En otras palabras: si el PP quiere reconocimiento, que se parezca a esto. Que critique, sí, pero sin molestar demasiado. Que hable de gestión, pero no de poder. Que proteste, pero sin tensión.
El homenaje sirve, así, para marcar el perímetro de una oposición dócil, compatible con el actual ecosistema político donde la hegemonía socialista no se discute… solo se gestiona.
El PP busca con desespero prestigio prestado
Desde el otro lado, Álvaro Queipo también aprovechó el aniversario para publicar un artículo donde reivindica a Marqués como referente y ejemplo.
Lo presenta como parte de su propia tradición política, con una clara intención: proyectarse como heredero de un estilo y una etapa que piensa que el electorado recuerda… aunque no necesariamente como él cree.
Pero los datos contradicen el intento. Según las últimas encuestas de El Mundo y El Español, el PP nacional sigue creciendo mientras Queipo no logra avances relevantes en Asturias (ver análisis en Asturias Liberal).
El contraste entre la fortaleza nacional y la debilidad autonómica no se resuelve con artículos nostálgicos, ni con el uso simbólico de figuras del pasado.
Cascos absuelto, Foro colapsado, el pacto amortizado
El contexto reciente hace más evidente aún el intento de reubicación del PP asturiano.
La absolución definitiva de Francisco Álvarez-Cascos, sumada al desplome político de Foro Asturias, ha dejado a Queipo sin espacio para justificar su pacto con Carmen Moriyón y Adrián Pumares.
Una alianza que no ha generado crecimiento, ni reputación, ni resultados.Sin foro visible, sin relato nuevo y con un liderazgo aún por consolidar, el recurso al pasado parece un refugio más que una estrategia.
Marqués, en este caso, sirve como envoltorio para evitar hablar de la situación real: un partido anclado en pactos que no suman y en discursos que no mueven.
Cuando el recuerdo impone condiciones
-El homenaje a Sergio Marqués fue, formalmente, un acto de reconocimiento.
–Pero en términos políticos, funcionó como algo muy distinto: una advertencia para la oposición y una coartada para el inmovilismo.
El PSOE recuerda a Marqués no por lo que hizo, sino por lo que hoy conviene que represente. Y el PP lo menciona no porque lo continúe, sino porque necesita asociarse a algún elemento del pasado que oculte sus males presentes.
La figura del expresidente, así, se convierte en un útil de doble filo: sirve al poder para marcarle a Queipo un dulce y cómodo cerco y a éste para tapar carencias, que las hay y no pocas.
La política asturiana se mueve entre homenajes simbólicos y problemas reales. El primero ha quedado resuelto con solemnidad. Los segundos, siguen esperando su turno.
ENLACES RELACIONADOS:
1.Reseña del homenaje:
2. Artículo de Álvaro Queipo sobre Sergio Marqués:
https://www.lne.es/opinion/2025/05/29/treinta-anos-mejor-presidente-asturias-117946204.html

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED