
La política exterior de España vive su momento más débil desde la Transición. Entre el distanciamiento con Estados Unidos, el giro en el Sáhara Occidental y la cesión ante Marruecos, la diplomacia española se aleja de sus aliados clave a ambos lados del Atlántico.
La imagen fue tan elocuente como incómoda. En la última cumbre de la OTAN, Pedro Sánchez optó por una automarginación política que lo dejó fuera de las conversaciones clave.
Semanas después, en la reunión previa de líderes europeos antes de la cita de Alaska sobre Ucrania, el desenlace fue peor: apartado del grupo principal y sin voz en las decisiones críticas.
La influencia internacional de España cae en picado y el problema va más allá de la foto. España necesita mantener una alianza estratégica con sus dos polos atlánticos: Estados Unidos y la Unión Europea, sin ceder frente al expansionismo marroquí.
Marruecos presiona en todos los frentes —Sáhara Occidental, Ceuta, Melilla y las aguas canarias—, y aunque mantiene excelentes relaciones con Washington, la etapa de José María Aznar demostró que se puede ser firme con Rabat sin romper la cooperación con EE. UU.
Hoy, el panorama es otro. El Gobierno ha rechazado el F-35, mantiene fricciones con la OTAN, se aproxima a China y Venezuela, choca con EE. UU. en el conflicto de Israel y ha cedido al marco marroquí sobre el Sáhara.
Resultado: el margen de maniobra español es el más estrecho en décadas.
Dos gráficos aproximativos que lo explican todo

-En el primer gráfico, la relación con Marruecos se mide de 0 (máxima concesión) a 10 (máxima firmeza).

-En el segundo, la relación con Estados Unidos, de 0 (máximo conflicto) a 10 (máxima cooperación).
El patrón es claro: Aznar alcanzó máximos históricos en ambos ejes, mientras Zapatero y Sánchez marcan los mínimos.
Mariano Rajoy se movió en un término medio, sin grandes tensiones, pero sin recuperar el peso perdido.
El dato clave: no hay ninguna ley que obligue a ceder ante Marruecos para mantener la cooperación con Estados Unidos.
Es una cuestión de voluntad, objetivos claros y capacidad de presión diplomática. Y como ejemplo, ésta anécdota contada por Aznar:
España debe sostener simultáneamente la alianza atlántica y la defensa de sus fronteras sur.
Conclusión
-La diplomacia española, cuando es estratégica y coherente, suma alianzas y fortalece la posición del país.
-Cuando es errática y cortoplacista, las alianzas se erosionan y los adversarios ganan terreno.
España ya probó el modelo que funciona; solo falta un gobierno que lo aplique.
ENLACES RELACIONADOS:
1.Web oficial de la OTAN: https://www.nato.int/cps/en/natohq/news.htm
2.Portal oficial del Gobierno de España (La Moncloa): https://www.lamoncloa.gob.es/Paginas/index.aspx
3.Giro de Sánchez sobre el Sáhara: https://elpais.com/espana/2022-03-18/el-giro-de-sanchez-sobre-el-sahara-provoca-una-crisis-politica.html
4.Real Decreto sobre defensa de la soberanía marítima (BOE): https://www.boe.es/eli/es/rd/2002/07/12/794/con
Perfil de España en el Departamento de Estado de EE. UU.: https://www.state.gov/countries-areas/spain/
5.Debate sobre la OTAN y la defensa de Ceuta y Melilla: https://www.lavanguardia.com/politica/20230712/marruecos-ceuta-melilla-otan.html
La relación España–Estados Unidos y la política hacia Marruecos no son excluyentes. Con estrategia y firmeza, España puede proteger su soberanía y reforzar su papel en la OTAN y en la geopolítica atlántica. Lo contrario es resignarse a la irrelevancia.

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED