Por fin llegó el “paso decisivo”. Duro Felguera ha logrado la homologación judicial de su plan de reestructuración y, con ello, el derecho a seguir existiendo. Pero conviene hacerse una pregunta incómoda: ¿qué Duro Felguera es la que sobrevive?
Durante meses, el relato oficial presentó la operación como una gesta industrial. La banca, el Principado y la SEPI, decía el comunicado, habían mostrado un “respaldo muy amplio” al plan.
En apariencia, el milagro se había consumado: la compañía que simbolizó la ingeniería asturiana del siglo XX salía del pozo.
En realidad, el plan aprobado no rescata a Duro Felguera: la sustituye.
El rescate que fue una cesión
Según los documentos remitidos a la CNMV, el acuerdo con los nuevos socios —el grupo mexicano Prodi y Mota-Engil— supone una quita total de deuda para bancos, proveedores y administraciones. La operación limpia los balances, pero al precio de una amputación: los acreedores renuncian a cobrar y los nuevos inversores se quedan con la marca.
Los 6 millones prestados por el Principado —a través de la SRP— se dan por perdidos. El propio Gobierno regional ha anunciado acciones para intentar recuperarlos, mientras celebra en público el “éxito” del rescate. Una paradoja que resume bien el espíritu del caso: se aplaude lo que en privado se lamenta.
El alivio de los que quedan
Conviene reconocerlo: para quienes siguen dentro, este plan supone un alivio real. Después de años de incertidumbre, despidos y nóminas en el alambre, cualquier horizonte —por estrecho que sea— se vive como un descanso.
Los empleados que permanecen respiran, y con razón. Pero esa sensación de sosiego no puede ocultar la otra cara: el precio de esa tranquilidad ha sido la renuncia al control propio y a buena parte del futuro.
Los números que no cuadran
Detrás de los comunicados hay datos fríos. El nuevo Duro Felguera tendrá aproximadamente unos 500 empleados para una facturación previsible de 70 millones de euros.
Eso significa una productividad media inferior a 150 000 € por trabajador, nivel insostenible sin inyección pública.
A ello se suman 180 despidos, 150 operarios en Tallerón con destino incierto y la venta de la sede central a MECALUX (antes Esmena), símbolo de la despatrimonialización.
Mientras tanto, los proveedores locales asumen quitas del 100 %. El tejido industrial que orbitaba en torno a Duro Felguera —talleres, caldererías, ingenierías de servicio— queda devastado. El plan salva el cascarón y destruye la red que lo sostenía.
Preguntas que flotan en el aire
- -¿Quién evalúa el rendimiento de los directivos que han pilotado el naufragio?
- -¿Es normal que los auditores validen balances pero nadie revise la gestión?
- -¿Puede una empresa llamarse “renacida” cuando mantiene los mismos errores que la llevaron al colapso?
- -¿O acaso se confunde supervivencia con mérito?
- -¿De qué sirve un “plan de futuro” si depende de los mismos despachos de siempre, de los mismos contratos públicos, de la misma tutela política?
- -¿Puede haber industria libre bajo respiración asistida del Estado?
- -¿Y qué clase de autonomía es esta que celebra como éxito lo que apenas evita la disolución?
Del control industrial al control narrativo
El documento aprobado por el juez establece la creación de una sociedad instrumental —MidCo— que agrupa las filiales. Desde ahí, los nuevos accionistas controlan los proyectos y las líneas de negocio.
La ingeniería gijonesa se convierte en pieza periférica de un conglomerado internacional, dependiente de SEPI y los socios mexicanos.
- -¿Quién manda hoy en Duro Felguera?
- -¿Los ingenieros que levantan plantas o los contables que miden riesgos?
- -¿Los asturianos que la fundaron o los estrategas que la gestionan desde fuera?
- -¿Y hasta qué punto el discurso triunfal es una forma de resignación aprendida?
Asturias sin mando
El Principado, reducido a acreedor sin control, actúa como legitimador simbólico del proceso. En lugar de una política industrial, ejecuta un protocolo de rendición elegante.
El resultado es una supervivencia administrada, con fondos públicos como respirador.
- -¿De verdad se ha salvado la empresa, o sólo se ha salvado el relato?
- -¿Y cuántos “rescates” más necesitará Asturias para seguir creyendo que no se hunde?
La lección que no se aprende
Duro Felguera no cayó por falta de ingenieros, sino por exceso de complacencia. Cada vez que una empresa se vacía de contenido y se anuncia como “renacida”, lo que revive no es la industria, sino el relato político.
Se maquilla la decadencia con comunicados, se proclama el éxito de los salvadores y se olvida la pregunta esencial: ¿quién manda realmente?
Hoy, lo que queda de Duro Felguera es un nombre en manos ajenas, una sede vendida, una plantilla exhausta y una Asturias que celebra haber salvado una empresa que ya no le pertenece.
Coda
El caso Duro Felguera debería marcar un punto de inflexión. No basta con rescatar empresas: hay que rescatar la competencia, la transparencia y la responsabilidad. Sin eso, la industria asturiana seguirá acumulando monumentos a la supervivencia… y epitafios a la independencia.
Duro Felguera se salvó, sí.
Pero dejando de ser ella misma.
ENLACES RECOMENDADOS
- Asturias Liberal (junio 2025): “Indra, Duro y El Tallerón”
- Documento oficial de la CNMV sobre el plan de reestructuración
- https://www.hispanidad.com/economia/cierre-mercado/duro-felguera-enigmatica-operacion-financiera-mexicano-bejos_12061189_102_amp.html
- https://www.europapress.es/economia/noticia-presidente-duro-felguera-celebra-fin-preconcurso-agradece-plantilla-esfuerzo-colectivo-20251028143502.html
