Asturias Liberal > España > La ruta del sobre que Pedro Sánchez niega: anatomía de una hipótesis judicial

Fotografía de portada: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en la Comisión de Investigación sobre el ‘caso Koldo’, en el Senado. Eduardo Parra


Si la justicia abre una nueva pieza, el horizonte a explorar es un posible circuito de financiación ilegal camuflado bajo rutinas de caja y devoluciones en metálico.

Apenas Pedro Sánchez hubo acabado la autoexculpatoria comparecencia en el Senado y casi con su pecho henchido de satisfacción tras la torpe actuación del senador Alejo Miranda, el juez instructor Leopoldo Puente tramita en la Audiencia Nacional la apertura de una pieza judicial específica para investigar aquello que Sánchez acababa de negar.

Este nueva línea de  investigación no nacen aún de otro escándalo, sino de una sospecha contable:

Un juez detecta un patrón: demasiado efectivo, sobres sin trazabilidad, explicaciones vagas. Al levantar el capó, lo que podría aparecer no es una bala humeante, sino algo más prosaico y eficaz: un circuito informal que serviría para blanquear capitales y alimentar gastos políticos. Insisto: es una hipótesis; pero una hipótesis con lógica interna que la Audiencia Nacional podría considerar plausible al abrir una pieza específica.

1) El punto de partida: efectivo que no puede bancarizarse

Todo arranca en un lugar ajeno al partido: adjudicaciones públicas, contratos sobrerretribuidos o amañados que generan un excedente fuera de foco. Ese excedente, en la jerga, es “aceite”: comisiones que engrasarían la relación entre poder y proveedor.

No puede moverse por la banca sin dejar rastro, así que viaja en metálico. Necesita un puerto seguro donde reposar antes de ser reutilizado: la sede, la caja de Ferraz, es el lugar hipotético que dibujan algunas declaraciones.

El efectivo no deja huella digital; por eso el primer movimiento es físico, no contable.

2) El canal: intermediarios y ruptura de trazas

Entre empresario y sede hay intermediarios cuya función es trocear y opacar: mensajeros, familiares, incluso empresas de seguridad para trasladar efectivo de un punto a otro. La utilidad de esa logística es romper la continuidad probatoria: cuantos más tramos, más difícil resulta demostrar el origen del dinero y a quién beneficia.

3) El punto de blanqueo: la caja interna

El centro de gravedad del mecanismo es una contabilidad híbrida —formal en lo general, laxa en lo operativo—. Ahí se produciría la conversión del efectivo en gasto aparentemente ordinario mediante tres palancas:

  • Compensaciones de gastos: se devuelven supuestos gastos con dinero en metálico; el justificante existe, pero la trazabilidad es tenue.
  • Pagos a terceros: sobres a colaboradores o empleados sin registro nominativo ni match con facturas.
  • Liquidaciones colectivas: asientos globales por “equipo” que impiden reconstruir quién cobró qué y por qué.

Para la vista rápida de la organización “todo cuadra”; para un instructor judicial, chirría: no hay origen claro del efectivo ni control individualizado del destino.

Si el desorden es rutina, deja de ser descuido: es patrón.

4) La desconocida pieza clave: cómo “se queda” el dinero

El público cree que el dinero blanqueado “desaparece”.

En realidad, permanece en la operativa. Cuando se “devuelve” un gasto a alguien que no gastó, el efectivo sale de la caja… para volver después como pago en mano a proveedores, anticipo a equipos territoriales o compra directa de logística.

La caja interna late a dos ritmos: banca y metálico. Con cada latido, la sede dispone de recursos inmediatos sin pasar por el circuito oficial.

5) El destino natural: la campaña electoral

La campaña sería el gran sumidero de gasto atomizado: actos, sonido, cartelería, alquileres, transportes, dietas. El metálico encuentra ahí su mejor camuflaje: pagos urgentes, muchos proveedores pequeños, justificantes irregulares.

Si existe una caja nutrida, no hace falta pedir fondos ni detallar demasiado: simplemente se paga. El resultado es una financiación paralela que se inserta en la vida política con una apariencia de normalidad administrativa.

6) El síntoma: desorden deliberado

La falta de control y de conocimiento aducida por Pedro Sánchez no siempre es torpeza; a menudo es una estrategia pasiva. Liquidaciones globales, sobres, ausencia de hojas nominativas: cada hueco contable es un seguro narrativo frente a la investigación.

Cuando el esquema se repite, deja de ser “una excepción” y sugiere estructura: eso acerca la hipótesis a tipos como blanqueo de capitales, financiación ilegal de partidos u organización criminal.

La coartada del caos: si nadie sabe nada preciso, todos pueden alegar que no sabían lo importante.

7) Lo que mirará la justicia

Si se abre pieza específica, el objetivo será demostrar la continuidad causal completa:

  1. Origen: el dinero proviene de comisiones ligadas a contratos públicos.
  2. Canal: entra en la sede por vías informales (sobres, mensajería, seguridad).
  3. Blanqueo: se integra en la caja de Ferraz mediante devoluciones y compensaciones opacas.
  4. Destino: se aplica a gastos políticos y, en especial, a campañas.

La prueba no es “hubo sobres”, sino unión de los eslabones. Si falta uno, la causa puede quedar en infracción contable; si todos encajan, la hipótesis se vuelve acusación.

8) La línea fina: error vs. delito

La frontera real no es técnica, es mental: intención y conocimiento. Hay que probar que quienes gestionaban la caja sabían de dónde venía el dinero y lo introdujeron deliberadamente en la estructura del partido. Sin esa conciencia, el relato se reduce a mala administración; con ella, aparece el dolo y se configura el delito.

9) Lección institucional

Un partido que maneja efectivo fuera de trazabilidad crea su propio talón de Aquiles democrático. Si además gobierna y adjudica, el riesgo es doble: el dinero público puede dar dos vueltas y regresar al origen. La solución es simple y difícil a la vez: prohibición de pagos en metálico por encima de umbrales mínimos, liquidaciones individualizadas, auditorías externas y separación estricta de funciones en la Secretaría de Organización.

Los sobres son el síntoma; el sistema que los necesita es la enfermedad. Y la enfermedad precisa de que Sánchez abandone ya la Moncloa. Todo lo demás es complicidad.


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  3. Código Penal (arts. 301 y ss. blanqueo; 304 bis financiación ilegal de partidos)

Hipótesis, no veredicto. Pero si el patrón se confirma, la luz entrará donde la contabilidad se apagó.

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