Fotografía de portada: los socialistas Adrián Barbón, Pepe Álvarez, Pedro Sánchez y Mariano Hoya en la entrega del gran premio.
La escena de Pedro Sánchez entregando un premio a Adrián Barbón en los Premios ‘Anastasio de Gracia’ resume un régimen mejor que cien páginas de BOE
No es solo un acto: es un retrato de miserias. El encuentro entre dos políticos necesitados de validación, que se prestan elogios para disimular su desgaste real.
Uno, un cadáver político que sigue en pie por la inercia de su egolatría, Sánchez. El otro, un político insignificante, Barbón, agradecido porque desde Madrid alguien finja que pinta algo.
La operación es transparente: Sánchez se acoge al calor de un territorio dócil, y Barbón se acoge al abrazo de un jefe nacional que ya solo se sostiene sobre la propaganda.
Ambos se halagan mutuamente, pero el resultado no es prestigio: es dependencia. El presidente del Gobierno vende “política útil”; el presidente asturiano compra el eslogan y lo devuelve envuelto en gratitud. Es un circuito cerrado de autoelogio.
Premio socialista entre socialistas
La coreografía es perfecta en su obscenidad. Una fundación ligada a UGT, la Fundación Manuel Fernández «Lito», rinde homenaje al Principado de Asturias gobernado por el PSOE, con la presencia del presidente del Gobierno del PSOE, para celebrar la gestión del presidente autonómico del PSOE.
Todo queda en casa. Premio socialista entre socialistas, aplauso socialista entre socialistas, relato socialista redactado para socialistas. Y Asturias, ¿para cuándo?
Y todo ello desde una fundación necesitada de sostenimiento vía BOPA y BOE, que depende precisamente del ecosistema político que premia.
- •No hay escrutinio, hay corporación.
- •No hay contraste, hay familia.
- •El mensaje implícito es nítido: quien asegura tu financiación asegura también tus galardones.
Mientras hablan de vanguardia, la industria se hunde
Mientras Sánchez y Barbón se dedican a proclamarse ejemplo nacional, la Asturias real aparece en las páginas de economía con un titular muy distinto: «La industria se contrae con las paradas en Arcelor y las rescisiones en Windar». Los datos de SADEI son tozudos: la producción fabril se desploma casi un 6% en octubre; la industria manufacturera encadena cinco meses de caídas; la parada del horno alto «B» de Gijón y la cancelación de contratos de eólica marina en Windar están golpeando el corazón industrial de la región.
Esta es la Asturias sobre la que Barbón dice que “marca el camino” y que está “a la vanguardia del desarrollo sostenible”.
La realidad: paradas en Arcelor, contratos rescindidos en la eólica marina, incertidumbre sobre la acería eléctrica, aviso sindical de CC OO pidiendo al Gobierno que “allane la inversión” en vez de entretenerse con debates sobre nacionalizaciones.
Y no olvidemos el resto del cuadro:
- •El frenazo que Indra recibe en todos sus planes, también en Asturias,
- •La caída libre del sector agropecuario,
- •La reconversión permanente de un territorio que ya solo presume de turismo, sidra y paisaje.
Cuando Barbón necesita un dato positivo, solo le queda repetir que el “auge turístico” nos salva y que somos “ecosostenibles”. Penoso.
Gasto social sin resultados
En el discurso premiado, Barbón cifra su supuesta excelencia en el dinero gastado en sanidad, servicios sociales y universidad.
Asturias, dice, es “la comunidad que más cuida su universidad pública” y una de las que más invierte en servicios sociales y sanidad. No aporta un solo dato de resultados: no puede, no le interesa mostrar la caída de la UNIOVI; solo exhibe presupuesto.
La sanidad asturiana vive una clara degradación asistencial: listas de espera crecientes, saturación estructural, profesionales quemados y ciudadanos que perciben un servicio peor año a año.
Los servicios sociales son escasos en lo esencial, pero generosos en algo muy rentable electoralmente: desincentivar la búsqueda de empleo mediante ayudas mal diseñadas que cronifican la dependencia.
Y la universidad de Oviedo, esa que según Barbón es “modélica”, pierde posiciones en los rankings nacionales y europeos, sin reforma exigente, sin apuesta por la excelencia, pero con mucha retórica sobre inclusión y sostenibilidad.
Se gasta más, se mide menos y se presume mucho. Es la fórmula perfecta para un poder político que ha sustituido la rendición de cuentas por el relato.
Conclusión: Asturias como decorado
La ceremonia de los Premios Anastasio de Gracia no fue un reconocimiento a Asturias, sino un homenaje recíproco entre dirigentes que se necesitan.
Un cadáver político abrazando a un político insignificante, una fundación que vive de la subvención condecorando al poder que la alimenta, y un presidente autonómico que oculta bajo palabras grandilocuentes una realidad incómoda: industria en caída, campo en retroceso, proyectos estratégicos bloqueados y servicios públicos cuyo rendimiento no resiste una auditoría seria.
Asturias no necesita más premios, necesita menos autoengaño. No necesita que Sánchez la señale como ejemplo mientras la estadística industrial se tiñe de rojo; necesita que se la saque del atolladero productivo en el que la han metido.
Lo demás son fotos, flashes y medallas entre amigos. Es decir, exactamente lo contrario de la política útil que tanto dicen practicar.
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Enlaces recomendados
- Crónica del acto de Pedro Sánchez y Adrián Barbón en la Fundación Manuel Fernández «Lito»
- Asturias: menos industria y ningún capitán (Asturias Liberal)

Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED