Hay proyectos que nacen para decir cosas. Otros, para explicarlas mejor. Y algunos —los menos— para asumir el coste de decirlas cuando decirlas ya no sale gratis. Asturias Liberal pertenece a esta última estirpe.
Asturias Liberal pertenece a esta última estirpe. No porque aspire a heroicidades, sino porque entiende algo elemental: el pensamiento independiente no es gratuito; se sostiene sobre una lealtad distinta, menos ruidosa y más exigente.
Este año que termina ha sido, para AL, un ejercicio de lucidez deliberada. No hemos escrito para agradar ni para encajar en los compartimentos habituales del debate público.
Hemos escrito para identificar estructuras, para nombrar incentivos, para desmontar relatos cuando el relato empezaba a sustituir a la realidad. Y eso, en tiempos de política emocional y consuelo administrado, tiene un precio. Bendito precio.
Un núcleo esencial, pero sin servidumbres
No hay poder comunicativo sin apoyos esenciales. Tampoco hay proyecto intelectual sin un núcleo que lo haga posible.
La diferencia —y aquí empieza el estilo AL— es que el núcleo no se compra con favores ni se mantiene con silencios, sino con respeto intelectual, libertad plena y reconocimiento explícito. Pensar juntos, pero no en fila.
Francisco Álvarez-Cascos aporta algo que va más allá del comentario coyuntural.
Su trayectoria —vicepresidente del Gobierno y ministro de Fomento con José María Aznar, y posteriormente presidente del Principado— no es solo un currículum institucional: es una experiencia histórica directa del poder real, de cómo se toman decisiones que transforman territorios y de cómo se pagan, a veces caro, esas decisiones.
Su biografía constituye una guía política para Asturias, no como nostalgia, sino como recordatorio de que gobernar implica asumir costes, resistir inercias y no confundir gestión con propaganda.
Cascos escribe desde la memoria del Estado y desde el conocimiento del terreno; por eso sus textos no consuelan, alertan.
José Fuero trae la palabra afilada y el pulso literario de quien no necesita levantar la voz para incomodar. Su escritura recuerda que la crítica política también es una forma de estilo, y que la elegancia no está reñida con la firmeza. En un ecosistema saturado de gritos, su precisión es una forma de resistencia.
Con José Manuel López, AL demuestra que incluso el fútbol —ese gran teatro popular—y la vida cotidiana sirven para hablar de cambios, permanencias y pequeñas verdades humanas. El humor, cuando es inteligente, no distrae: revela. Y revela, además, aquello que persiste cuando todo lo demás cambia de decorado.
La voz de Antonio Ledezma es un recordatorio constante de algo que en Europa tendemos a olvidar: que el poder sin límites no empieza siendo grotesco, sino eficaz. Alcalde metropolitano de Caracas, represaliado por la dictadura de Nicolás Maduro, encarcelado y finalmente forzado al exilio, Ledezma encarna una oposición que no se rinde ni se resigna. Su lucha no es retórica: es vital. Su presencia en AL introduce una dimensión esencial —la del poder llevado a su extremo— y nos obliga a no trivializar aquello que aquí todavía discutimos en términos teóricos. Donde él escribe, hay experiencia de persecución, de resistencia y de dignidad política sin concesiones.
Aurelio S. Devesa teje puentes entre cine, música y política con una sensibilidad poco frecuente. Nos recuerda que la cultura no es adorno, sino archivo emocional de una sociedad, y que entenderla ayuda a entender por qué aceptamos —o resistimos— ciertos relatos.
La reflexión inquieta de Gonzalo Botas aporta el contrapunto necesario: el de quien no corre detrás de la actualidad, sino que la observa con distancia crítica. En tiempos de urgencia fabricada, esa inquietud es profundamente política.
Con Borja Buenaposada, el análisis gana estructura, sentido común y causalidad. Menos consigna, más engranaje. Menos adjetivo, más sistema. Una contribución decisiva para sostener el tono AL: pensar antes de opinar.
Carlos de Castro con sus ilustraciones comentadas y Rodolfo Espina con su claridad refuerzan esa misma línea desde ángulos distintos, demostrando que la pluralidad no está en la confusión, sino en la convergencia crítica. Voces distintas, mismo respeto por la inteligencia del lector.
Sharon Calderón aporta una mirada que combina sensibilidad y firmeza, recordándonos que la lucidez frente a la impostura también puede ser serena, incluso luminosa, sin perder un ápice de rigor.
Finalmente, Joaquín Santiago Rubio ha coordinado el armazón del proyecto. No solo como autor, articulando análisis político, economía del poder y estilo narrativo. Mi aportación ha consistido en intentar dar coherencia, ritmo y horizonte a AL respetando escrupulosamente el talento de los autores: pensar el poder sin ingenuidad, criticarlo sin nihilismo y convertir la lucidez en línea editorial estable.
El estilo AL: crítica sin nihilismo, esperanza sin ingenuidad
Todo esto no es un inventario. Es una declaración de intenciones.Asturias Liberal no aspira a ser un refugio ideológico ni un coro bien afinado. Aspira a algo más incómodo y, por eso mismo, más necesario: un espacio donde el poder se analice sin fatalismo y la crítica no derive en nihilismo.
Sabemos cómo funciona el poder. Pero también sabemos algo más importante: que los sistemas perversos como los que bloquean Asturias y España no se rompen a gritos, sino cuando señalamos y denunciamos que sostenerlos se vuelve caro innecesario e insostenible.
Y ahí es donde AL quiere estar: no en la denuncia ritual, sino en la difusión consciente que dificulta ese coste para quienes viven de ello.
El año 2026 llegará con más ruido, más urgencias prefabricadas y más tentaciones de simplificarlo todo.
Nuestra respuesta será la misma: estructura frente a consigna, análisis frente a consuelo, esperanza frente a resignación.
Porque si algo ha demostrado este año Asturias Liberal es que pensar juntos —bien, con memoria y sin miedo— sigue siendo una de las formas más elegantes de resistencia.
Y también, una inversión para Asturias.
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Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED