La expresión inglesa “el elefante en la habitación” (the elephant in the room) alude a un tema espinoso que todos conocen pero del que nadie se atreve a hablar, con lo cual callan y fingen que no existe.  Como si en la sala hubiera un elefante enorme y disimuláramos, ignorando su presencia.

No es posible ignorar la presencia de algo de gran tamaño por muy perturbador que parezca el hecho de tener que abordarlo. Y el pueblo que se ciegue voluntariamente y por esa cobarde razón, yerra de plano y está destinado sufrir importantes y negativas consecuencias.

En un año como el actual, los españoles se ven ante una tesitura compleja pero resumible. Solamente hay que enumerar los tres elefantes presentes. Veamos.

El primero de ellos y el más grande, pesado y permanente es el de lo que Gustavo Bueno definía como eutaxia de España (lea aquí un serio planteamiento de qué es eso de la eutaxia). Es decir, aquellas políticas que habrían de reforzar la permanencia en la existencia, el buen orden interior y la fortaleza de defender las posiciones de España en el exterior, o sea, su soberanía.

Frente a este elefante, los españoles, siguiendo la agenda de los dos grandes partidos, se refugian en exclusiva en combatir, lo cual no deja de ser también necesario, la política antieconómica que empobrece a grandes sectores en beneficio de de los propios políticos en el poder o los poderes y a selectos grupos económicos en cuya búsqueda del beneficio olvidan su pretendida libre competencia en favor de los favores del poder para evitarla.

Preocuparse por el PIB está bien, pero no a costa de aprovechar fondos europeos sin exigirle a la UE que aparque sus condiciones feministas y ecologistas. Feminismo y ecologismo que encubren su verdadero objetivo: convertir al sur de Europa en un subsidiario y endeudado apéndice de la misma.

No todo es PIB. Si éste está edificado bajo premisas solamente economicistas (conseguir elevarlo como sea) se aceptará la colonización económica de España y de los españoles, que tendrán para tomar cervezas, pero no para emprender negocios que lleven marca nacional y marca España. Ésta no es solo sol y playas, debe ser también industria propia, agricultura propia, ganadería propia, etc.

El segundo gran elefante es el del fraccionamiento territorial. No se duda de que la mayoría de españoles lo rechazan rotundamente. Son un pueblo vinculado a lo suyo, mas en un nivel básico, con conciencia poco clara de lo que se debe hacer y de lo no que sebe tolerar.

Y ante los dos escenarios posibles de gobiernos regionales y nacional de fin de año hay dos posibilidades: gobierno socialista con concesiones paulatinas a los separatistas vascos y catalanes y avances identitarios en Galicia, valencia y otras autonomías; o confrontación separatista. Ésta se dará con choque de trenes, si quien gobierna España a partir de finales de año es el PP. Y, ¿está éste preparado para afrontar con más contundencia que Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría esta situación?

Un tercer elefante ante el que los españoles muestran mayoritaria cobardía es del poder judicial. Asisten con vergonzosa indiferencia a cómo desde el Tribunal Constitucional se reinterpreta la Constitución en sentido anticonstitucional, creando derechos donde jurídicamente no existen y donde objetivamente, menos.

Como ejemplos están el derecho de las mujeres a matar, así, sin más, vidas humanas de niños ¿Por qué no llamar niños a los no nacidos? Asignar ese derecho empodera a las mujeres, sin duda, contra ellas mismas en tanto mujeres y a favor de la posibilidad de que asignen derechos a otros colectivos selectos a suprimir no ya vidas, sino libertades de expresión (asunto ya en marcha).

También habrá supresión progresiva de derechos de propiedad, preferencias por castraciones como las prescrita en las «leyes trans», etc. Una sociedad DEBE cuidar de la vida de sus miembros si no quiere morir cultural y políticamente.

Todos estos elefantes están presentes en nuestra habitación, que es España, y entre ellos se conjugan y cooperan para anonadar a la sociedad en beneficio de los nuevos ricos y de las prescripciones globalistas.

Es deseable un cambio de gobierno y hay que propiciarlo lo más masivamente posible en las urnas. Y no porque vaya a haber una mejora del PIB solamente, sino porque se acentuará con él una más clara presencia de esos elefantes, una clara conciencia de su existencia y de que hay que afrontar ya su solución. La habitación debe quedar limpia de paquidermos.