Que la extrema izquierda es aburrida no debería ser noticia. Es previsible, anodina, espesa. Comienzan con una ilusión adolescente que al poco tiempo migra a rebeldía juvenil, inconformismo maduro y termina con una desilusión propia del que ya sabe que no va a volver a vivir aquello en lo que ilusamente creyó.

El espectáculo de estos días con Podemos, Sumar y demás partidos de nombres vacuos e infantiles ha sido vergonzoso. No para nosotros, claro, porque ya les vimos venir hace tiempo y estábamos convencidos de que acabarían así, a la gresca. Para ellos y para sus seguidores que no sabemos si merecen piedad por seguir a esta panda de incapaces o castigo por habernos condenado a todos a soportarlos demasiados años.

Ni una idea, programa, proyecto, ilusión. Nada. Solo un follón enorme en el que unos y otros anduvieron a codazos para repartirse la miseria que recogerán tras las elecciones generales. Declaraciones rimbombantes sobre vetos por un lado, sotto voce de la cúpula de Sumar para vetar (sí, vetar) a valiosos candidatos de Podemos. Y dejadnos negociar con discreción. En su momento os informaremos de todoLos que pedían luz y taquígrafos ahora arrastrándose por el lodazal para evitar que les vean negociar a éste aquí, aquélla allí, ésta mejor no que nos resta, cómo vamos a dejar a aquél fuera…

Se pelean por estar en un proyecto llamado Sumar que no deja de ser Podemos con otras personas al frente, con las mismas ideas que nos han llevado a la nada y con el que pretenden seguir engañando a cierta parte de la sociedad que ve muy bien que la represente una comunista declarada, orgullosa como lo está el honorable ladrón o el respetable timador que así se definen cuando el avispado policía finalmente les captura.

Sumar para conformar una amalgama de partidos que más parecen asambleas de estudiantes de ésas que a la mínima hacían huelga para que no hubiera clase, que dentro de cuatro días estarán desgajándose del partido como ha hecho Sumar de Podemos para montar un grupúsculo autonómico o municipal con el que, esta vez sí, “escucharán activamente a la gente”, “cambiaremos las cosas” y “devolveremos a las personas lo que otros les quitaron”.  

Sumar para pegarse por ir en los primeros puestos al Congreso porque ya no queda nada de donde tirar. Porque en dos meses todo el entramado que han creado se vendrá abajo ante lo injustificado de su existencia y sólo podrán repartirse los restos del banquete mientras, de nuevo Michels ante la caída de un partido, los cuatro que dirigen Sumar y Podemos seguirán cobrando sus sueldos y contratando a algún asesor, siempre buen amigo, con el que tirar unos años más.

Se han quedado huérfanos y Yolanda, así, sin apellido, Libertad guiando al pueblo, seguirá sin decir nada coherente sobre qué piensa hacer, sin proyecto claro, con el vacío como programa electoral. Aparecerá sonriendo en nuestra teles para decir cosas sin sentido, vacuas, “ustedes ya me entienden”, pero que escucha activamente a todos, los comprende, negocia, habla, porque le gusta mucho hablar, y besa y da arrumacos aquí y allí, a todo el mundo, abraza, sonríe, se pone mística y poco más. Porque no hay más. 

Hace tiempo definieron de manera brillante a Díaz como  “la ministra del extraño prestigio”. Imposible mejorarlo. Todavía no sabemos para qué sirve Yolanda Díaz. Le encargaremos la película a Tom Fernández.