Una fábula vale más que mil palabras. Así era en el S.XVIII cuando proliferaban a la luz de la Ilustración y así sigue siendo. La que aquí, les ofrezco, tal y como el Instituto Cervantes la expone presenta no obstante una diferencia sustancial con los hechos que suceden (y para seguir) en la rana España durante la era del escorpión Pedro Sánchez. Cuando la lean esta vez, seguro que advertirán tal diferencia:
Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
En efecto, en la realidad española, Sánchez Escorpión y los suyos son los únicos que no se hunden.
Las elecciones del veraniego domingo 23 de julio de 2023 (dato a recordar tanto como el del 11 de marzo de 2004) sucedió que lo que se auguraba como victoria clara del Partido Popular fue una tan pírrica y con tantas incógnitas que no podemos pasarlas por alto aplicando siempre prudencia y buen juicio tanto al considerarlo como al sacar conclusiones.
Tras la espera tensa por el recuento lento de Madrid los resultados finales allí dan pie y estímulo para hacer un análisis inusual. Hasta ahora, ninguna de las explicaciones dadas por politólogos, expertos en comportamiento electoral, comentaristas de tertulia, calle o terraza han abordado la cosa en sí, que diría Kant.
Dos meses antes, en convocatoria autonómica, Isabel Ayuso recibía 1,6 millones votos, mientras tras ese breve tiempo Núñez Feijóo cosechó medio millón menos que ella. Curioso, ¿no? ¿En una comunidad en la que si la mayoría de sus censados les das la oportunidad de echar a Sánchez de La Moncloa, 500.000 de ellos la desperdician? ¿Sánchez Escorpión cuyas pugnas con Ayuso fueron mucho más épicas que contra cualquier otro líder del PP? ¿Un Feijóo que recibió todo el apoyo de la presidenta madrileña de cara el 23 de julio?
No me lo creo salvo que expertos en comportamiento electoral, sean de Gad 3 o de cualquier otra empresa demoscópica lo hagan, tarea para la que se ponen completamente de perfil. Porque el resto de las explicaciones que bullen por ahí sobre si los españoles son esto o son lo otro, o los votantes socialistas se comportan así o asá, no valen. Pura metafísica.
El sistema electoral hizo el resto de la tarea y algo más de ese medio millón al PSOE y a Sumar. Y vaya si sumaron.
La denuncia del perito informático forense y la perplejidad negligente del magistrado
Y aquí no tengo nada específico que comentar porque se comenta solito. Es algo que no puede ser pasado por alto. Mis conclusiones, al final.
Carlos Herrera y Rodríguez Zapatero
El magnífico periodista de la COPE fue felicitado por muchos, entre otros por el mismo Narciso Michavila, director de Gad3. Tras reconocer el batacazo inexplicable de las demoscopias, Michavila elogió en pleno directo al director de Herrera en la COPE por haber sido el único acertante de la quiniela. Bueno, sabemos que el vaticinio de Herrera había sido hecho también por muchos otros españoles antes del 23-Jl. Pero Carlos lo hizo, eso sí, desde una atalaya informativa de la que muchos de esos miles carecen.
Preguntado Herrera por sus fuentes informativas para lograr una diana tan rotunda, afirmó que se había tratado de «una intuición«. Los psicólogos saben que las intuiciones son síntesis de informaciones, experiencias o conocimientos emocionalizados que se procesan inconscientemente y sale resumidas. Pero bueno, dejémoslo en pálpito e intuición del periodista. No tiene mayor importancia en sí, pero sí cuando esa experiencia interna de Herrera la ponemos en paralelo con la del otro intuitivo, el expresidente Zapatero.
Éste también lo tenía claro, como Carlos el de la COPE. Y es que Zapatero posee una de las mentes psicotrópicas más curiosas de España y, si bien me reí a carcajadas con su vuelo hacia el infinito, hoy ya dejo de hacerlo. Tras las elecciones y teniendo en cuenta su vaticinio intuitivo, ya no me hace gracia José Luis. Me quedo con Mariano, mucho más humano.
Conclusiones
Algo ha pasado en el resultado final que solo puede ser aclarado con una buena encuesta de recuerdo de voto real. Nadie la encargará y no hay razones lógicas en estado puro que lo impidan hacer. ¿Acaso mejorar el conocimiento de la realidad fue alguna vez un obstáculo para el progreso?
No, para el progreso humano y ciudadano, no, pero para un sistema que se piensa sacrosanto, sí. Para una «tierra bendecida » que solamente por denominarse democracia ya sus ciudadanos la creen libre de pecados graves y, en ocasiones, muy graves, sí.
Para caer del guindo recomiendo la siguiente lectura (véase en el enlace chino):
民主原教旨主义
Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED