
Imagen de portada: el consejero de Ciencia, Empleo e Industria, Borja Sánchez.
La industria asturiana no necesita tuits airados ni tecnicismos de escaparate: necesita estrategia, inversión y prioridades claras.
Conviene empezar por lo evidente: las organizaciones empresariales y sindicales llevan semanas avisando al Gobierno regional de que la industria no puede seguir al albur de discursos vacíos. Lo dijeron alto y claro: hacen falta un marco fiscal competitivo, una política energética seria que garantice precios estables, y una Administración ágil que facilite en lugar de impedir. No piden imposibles: exigen los mínimos imprescindibles para que Asturias no pierda otro tren industrial.
Una consejería diluida y un consejero “técnico” con dialéctica de partido
Y aquí aparece la paradoja. Asturias no tiene hoy una Consejería de Industria independiente. La cartera está diluida en un combinado de Ciencia, Empleo e Industria, y quien la encabeza es Borja Sánchez: un académico con credenciales técnicas sólidas… que en redes sociales actúa con dialéctica partidista. Derecho al debate, sí, pero la contradicción es evidente: se presenta como técnico mientras opera como político digital.
La dirección de una política industrial debe ser política —con visión y prioridades—, no un truco para disfrazar problemas como “técnicos”.
Cuando Borja Sánchez responde en Facebook a Queipo con la vehemencia de un diputado, no es un científico prudente: es un político en toda regla. La industria asturiana necesita gobernanza, proyecto y calendario, no confrontación de titulares.
Respuesta del Consejero de Ciencia, Empleo e Industria, Borja Sánchez, en Facebook a la propuesta de PP y Vox de que los diputados asturianos del PSOE voten contra la financiación de Cataluña
Tres preguntas para salir del autoengaño
1) ¿Quién decide realmente lo que ocurre con la industria asturiana: el Principado o los despachos de Indra y Moncloa?
2) ¿Quién gana y quién pierde cuando se bendice un desembarco como el de Indra?
3) ¿Quién responde después cuando se desguaza lo existente para favorecer a un actor ajeno a Asturias?
SEPI, Indra y el riesgo de desarbolar lo que ya existe
Adrián Barbón, recibido por el Presidente de Indra, Ángel Escribano, en la sede de la empresa.
El Gobierno regional parece practicar una política adjudicada al susurro: pedir con timidez que la SEPI tenga en cuenta a las ingenierías asturianas y aplaudir en silencio el desembarco de Indra en la industria de defensa. Defensa, sí. Pero sin ceder al desenmascarado tributo: reforzar Santa Bárbara y sus capacidades, no desmantelar el tejido existente para favorecer un plan externo urdido para un Escribano foráneo.
Política industrial no es esperar maniobras de los amigos de Sanchez; es priorizar, coordinar y presionar con criterio y decisión. Un estilo Álvarez-Cascos que no por irrepetible deja de ser imitable.
Lo que se necesita (y que no está en marcha)
- Marco fiscal competitivo y estable para atraer inversión –no solo promesas–.
- Seguridad energética con precios predecibles para la industria electrointensiva.
- Administración facilitadora: licencias, suelo, logística y calendario claro.
- Refuerzo de lo ya existente (ej. Santa Bárbara) antes de promover “nueva industria” que canibalice la local.
El guion se repite: en lugar de diseñar un proyecto industrial coherente, se improvisan gestos y se deposita la esperanza en la benevolencia de Madrid. Se quiere pretender que los problemas son “técnicos” cuando, en realidad, son decisiones políticas que exigen valentía y visión. Mientras tanto, la gestión encarna una mezcla de tecnicismo impostado y sumisión a intereses ajenos.
Seamos claros: esto no es política industrial, es teatro de aficionados con escenografía prestada. Y usted lo sabe.
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Español e hispanófilo. Comprometido con el renacer de España y con la máxima del pensamiento para la acción y con la acción para repensar. Católico no creyente, seguidor del materialismo filosófico de Gustavo Bueno y de todas las aportaciones de economistas, politólogos y otros estudiosos de la realidad. Licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y en Ciencias Políticas por la UNED