Desde hace poco acá, la popularidad del presidente de El Salvador, crece día a día.
Por una parte, es motivo de satisfacción el observar el comportamiento de un político instruido que aporta ideas y objetivos interesantes, no solo para su país, sino que alcanza a tratar de aunar sinergias con otras naciones vecinas, de modo que todos puedan beneficiarse, social y económicamente, a la vez que desprenderse de muchas lacras que les atormentan.
Se enfrentó con decisión y valentía a una alta corrupción, erradicó la tremenda inseguridad que se había enquistado en el país, soporta el riesgo de ser aniquilado por las mafias que, tradicionalmente, pululan por la zona y da ejemplo de austeridad y honestidad.
Sus discursos carecen de populismos. Ha tomado sabias decisiones que trata de ampliar a las naciones de su entorno. Sorprende con un proyecto complejísimo consistente a aunar sinergias en centro América para hacer una potencia social-económica, semejante a la Unión Europea, y así, eliminar la emigración, aprovechar el potencial que aporta la alta natalidad y juventud que todos ellos poseen, a diferencia de tantas sociedades, como la Europea, muy envejecidas.
El problema de esos países que Bukele quiere aunar, es que son narcoestados (incluso el de enorme tamaño como Méjico), cuando no, duras dictaduras y gobiernos claramente corruptos que tienen sometida a tantos millones de personas con pocas expectativas de progreso. Siendo así, la reforma no admitiría medias tintas, y se necesita mucha entereza y apoyo para abordarlo. El fracaso es no intentarlo.
De todo esto, no puedo por menos reflexionar, y paso a la otra parte, que el comportamiento de este valeroso político, suscite una gran admiración, en buena parte del mundo, redes sociales etc.
Estamos tan acostumbrados a la mediocridad, corrupción, incoherencia, escasa altura de Estado y clara incompetencia de nuestros políticos, que ante una persona, que se tendría tildar de normal, porque es consecuente con las obligaciones y compromisos adquiridos, que es honesto, con suficiente formación para ostentar el cargo para el que se ha presentado y que ha sido elegido, nos sorprendemos tanto, que asistimos embelesados al comportamiento de este presidente como algo totalmente novedoso e inusual.
Por el momento, mi admiración y simpatía hacia este buen hombre de estado y también, mi recomendación, para todos aquellos que ejercen, o tienen pretensiones hacia la política, que lo tomen como ejemplo. Ahí lo dejo….
Somos dueños de nuestra vida y somos, por consiguiente, libres, cuando nuestra razón impone su dictado a nuestra voluntad.