Asistí a una escuela primaria de los Hermanos de la Salle, buenos educadores por cierto, hasta la obtención del famoso certificado imprescindible para todo.
Recuerdo que una vez al año, nos daban unos sobres que había que devolver cerrado al día siguiente, con el dinero que cada uno podía o quería aportar para los “chinitos”. Nos imaginábamos a esos pobres niños de ojos casi invisibles, alimentándose exclusivamente con unos pocos granos de arroz, cocinado en agua chirla.
Nunca supe si mis pocas pesetas llegaban a paliar el hambre en China, pero lo que si era cierto, que se trataba de un país enorme, con una inmensa población sumida en una economía medieval y campesina, muy cercana a la miseria.
Llegó el comunismo a su gobierno, comandados por un ser muy antipático, un tal Mao Tse Tung, que no se le ocurrió mas que matar todos los pajaritos con la disculpa “que el no trabaja no come». Pasado el tiempo, casi no teníamos noticias de sus avatares sociales, resultándonos un país un tanto esotérico que ni molestaban ni aportaban noticias de interés.
Casi de modo repentino, apareció la nación del “sol naciente» y fuimos gratamente invadidos, con todo tipo de adelantos asequibles a nuestra economía, con marcas que pronto se nos hicieron muy familiares: Sanyo, Yamaha, Suzuky, Toyota etc Se decía que todo lo copiaban, pero mejorando en lo posible, la calidad, el manejo y la fiabilidad de sus productos.
Todo era japonés. Y cuando las restricciones estatales los frenaban, se aliaban con las marcas nacionales, legalizando así, la introducción de sus productos. Llegaron a competir en calidad, incluso con fabricantes de gran prestigio, experiencia y tradición, como los fabricantes de pianos e instrumentos musicales.
Mientras todo esto sucedía, China seguía en el anonimato. Sabíamos del traslado de la fabricación de ciertos productos, para ahorrar en la mano de obra, a países como Corea del Sur, Taiwán…e incluso China.
Un buen día, en la Feria Internacional de Muestras de Asturias, apareció un enorme stand, plagado de productos chinos, de gran atractivo para los visitantes: jarrones, figuras, flores, utensilios de cocina, adornos de todo tipo etc. etc. Los precios eran muy asequibles, los productos poco vistos y la gente los adquiría con gran satisfacción. Recuerdo que fue un éxito total.
Al poco tiempo, empezaron a aparecer tiendas regentadas por personal chino, que disponían de todo lo imaginable: ferretería, electricidad e iluminación, utensilios de cocina, imprenta, ornamentación, cajas, juguetes, electrónica, etc etc.. Los precios eran realmente baratos. La calidad, muy baja, El servicio, excepcional, funcionaban todos los días incluidos festivos y domingos. Tan solo cerraban por las noches.
Acaparaban los mejores y mas grandes locales bien ubicados y crecían de modo exponencial en todo el país.
Poco a poco, fueron mejorando la calidad de sus productos e introduciéndose en sectores más comprometidos como la moda, la perfumería, la gastronomía etc.
Todos nos preguntábamos a que se debía esa invasión china. De donde sacaban los recursos para instalarse con tanta contundencia y seguridad. Dotar a las tiendas, desde el primer día, de mercancías capaces de acaparar todos los sectores de consumo.
Después de muchos años, yo creo que ha quedado claro. Con escaso potencial económico, aplicando el factor humano fundamentalmente, empezaron a fabricar casi sin recursos todo tipo de utensilios que sabían que nuestra sociedad consumiría si se les ofrecía a muy bajo precio y con el fácil acceso a adquirirlos.
Supieron organizar una distribución de sus mercancías con un gran escaparate mundial y una estanterías repletas de todo lo necesario. Con el dinero recaudado, mejoraban sus instalaciones, fábricas, universidades, infraestructuras, etc, etc.
De la noche a la mañana, de ser un país que suscitaba la caridad, se convierten, financiado por todos nosotros, en una gran potencia económica, armamentística, con el mayor contingente humano y con visos de ser la nación mas poderosa del mundo compitiendo con EEUU y Rusia, hasta ahora los dueños y señores del planeta.
Siguiendo la terca teoría de que todo lo que sube, baja (que se lo digan al imperio Español) tendrán que saber hilar muy fino.
Estados Unidos contraatacará, ya lo está haciendo, tratando de debilitar a todos sus aliados, como Rusia, implicando a las demás naciones bajo su influencia, o sea, nosotros, comprometidos en la guerra de Ucrania, con las restricciones que supone en suministros, exportaciones etc. La inflación rápidamente se presenta, el encarecimiento del consumo nos disminuye el poder adquisitivo, y naturalmente, la adquisición, hasta ahora tan relajada, de los productos chinos.
Si posees una pequeña estructura empresarial y te vienen mal dadas, te das un pequeño golpe, pero si tienes una gran montaje, el golpe puede ser descomunal.
¿Qué puede ocurrir si esos grandes almacenes chinos se pasan el día en blanco? ¿Qué consecuencias repercutirán en su monstruosa estructura productiva? ¿Dónde almacenarán todo lo que esas enormes cadenas de producción son capaces de generar al día? ¿Cómo podrán pagar al personal, proveedores , distribuidores, etc?
En fin, no sé a ciencia cierta si se trata de la contraofensiva americana, pero lo parece. El tiempo lo dirá.
Somos dueños de nuestra vida y somos, por consiguiente, libres, cuando nuestra razón impone su dictado a nuestra voluntad.