En enero de 2015 Amazon estrenaba el episodio piloto de la serie The Man in the High Castle, el que es el episodio más visto hasta el momento de todas las series producidas por Amazon Studios. El éxito fue tal que la empresa rápidamente firmó una temporada completa, a la que siguieron otras tres, emitidas todas ellas en 2015, 2016, 2018 y 2019: la serie se basa en la novela del mismo nombre publicada en 1962 por Philip K. Dick, ambientada en esa misma época y en la que el autor nos lleva a un mundo en el que la Segunda Guerra Mundial ha sido ganada por la Alemania nazi y el Japón imperial. Es muy interesante ver cómo el autor muestra los Estados Unidos repartidos entre ambas potencias, con el este controlado por Alemania y el oeste por Japón, con ambas culturas y naciones dominando y sometiendo a los norteamericanos.

La trama que sostiene a la serie es un grupo de la resistencia de ciudadanos americanos que poseen unas películas en las que se muestra otra realidad, unas películas que dejan entrever que la guerra mundial realmente fue ganada por los EEUU y que existe otro panorama mucho más halagüeño que el sometimiento a los regímenes que les han impuesto: sufren una realidad, pero son conscientes de que hay una realidad paralela, otro camino de la historia bien distinto al que están padeciendo.

Es una ficción muy interesante, pero debemos plantearnos el ejercicio que nuestras clases gobernantes nos están haciendo en las últimas décadas. Para ponerles en antecedentes, les invito a ver este vídeo de hace 50 años:

(elegir el que se ve a mejor)

https://www.rtve.es/play/videos/documentales-color/gijon-feria-fiestas/2900839/

Más allá de la nostalgia, queda la reflexión de qué ha pasado en España y en Asturias en los últimos 50 años. Hemos pasado de la inauguración de un horno alto en Gijón, de una Feria de Muestras con un perfil marcadamente industrial, de una región con ENSIDESA, UNINSA, Cristalería Española, Fábrica de Armas, Industrial Santa Bárbara, Duro Felguera, Hidroeléctrica del Cantábrico, Asturiana de Zinc, Real Compañía Asturiana de Minas, ENDASA, HUNOSA, Mutualidades, etc, es decir más de diez empresas tractoras que tiraban de un pujante tejido industrial de otras empresas más pequeñas y lideraban la producción en sus respectivos sectores, generando riqueza y dando trabajo a los asturianos y muchos otros españoles que vinieron y se asentaron aquí a un presente muy diferente.

En esa época España tenía la segunda mayor tasa de crecimiento del mundo (7%) sólo superada por Japón, y llevándonos a ser en 1978 la undécima potencia mundial merced a las inversiones en infraestructuras, grandes industrias y el fomento del turismo; esfuerzos y políticas que fructificaban en una sociedad que gozaba de trabajo estable con ingresos suficientes para mantener una familia, comprarse una casa, un coche e incluso ir de vacaciones.

Por cierto, en ese vídeo también se comprueba cómo el Jefe del Estado era aclamado y vitoreado por una gran multitud.

Ahora comparen el panorama que tenemos en este momento en España y en Asturias: ¿qué queda de aquellas empresas?, ¿de aquella actividad económica?, ¿de aquella relevancia? Juzguen ustedes.

En los últimos años nos han estado aborregando con cuentos de que el periodo franquista era sinónimo de opresión, un infierno carente de cualquier libertad en el que sólo destacaba la miseria en sus clases sociales más bajas. Curiosamente hoy en día suelen ser los críticos y rebeldes al régimen en aquellos años (muchos de los cuales pagaron su rebeldía y sus acciones con la cárcel) quienes recuerdan la realidad de aquel periodo y denuncian la dictadura que padecemos en la actualidad. 

Nuestros actuales “prohombres” demócratas, manifiestamente incapaces para ocupar los puestos en los que están, se han ocupado más de su beneficio propio, de crear nuevos chiringuitos, de la ingeniería social y del relato que de buscar o mejorar el bienestar de los ciudadanos a los que representan.

Hoy preferimos cerrar una industria o demoler una central eléctrica antes que invertir para modernizarla o construir una nueva instalación, defendemos no comer carne, no tener casa ni coche y comprar ropa de segunda mano por el sostenimiento del planeta. Hoy en día nuestros malos políticos invierten más dinero en la ingeniería social de “memoria democrática” (sólo la del bando republicano, sin imágenes en las que se vitoree a Franco) con la inestimable ayuda de las leyes educativas, en leyes de género o en políticas que rediman a los delincuentes afines al poder que en infraestructuras o sanidad.

Y así nos va en Asturias, con una población activa de 458.300 personas (sobre un censo de 1.004.686 habitantes) y una tasa de paro de 13,09%:

En junio de 1972, la población de Asturias era de 1.064.504 personas y la tasa de paro apenas llegaba al 1%. De las 413.000 personas empleadas (15.000 más que los 398.000 acreditados este año 2023) el sector industrial ocupaba a 110.000: sólo ENSIDESA llegó a emplear a más de 27.000 trabajadores y Duro Felguera a más de 20.000.

Si reflexionar sobre la economía y la actividad y comparar ambas épocas ya es demoledor, podríamos seguir hablando de la sanidad, donde 1 de cada 6 asturianos estamos en lista de espera para una consulta (con una demora media de más de 3 meses) y más de 25.000 asturianos esperan por una intervención quirúrgica.

Desde hace años a nuestros dirigentes (sean del color que sean) la clase media sólo interesa para acribillarla a impuestos que sufraguen la excesiva y gigantesca administración pública y las subvenciones y ayudas a gogó. Nuestros “demócratas” políticos se esfuerzan en luchar contra Franco y el franquismo 50 años después de enterrado el dictador mientras nos hurtan nuestro dinero, nuestra memoria y nuestra historia; hemos pasado de la dictadura a una democracia que, si bien en sus primeros años fue modélica, desde hace un par de décadas deriva peligrosamente hacia la tiranía de los nuevos ideales ecológicos, sociales y políticos que se resumen en dos adjetivos: sostenibles y progresistas. Todo “sacrificio” y toda acción se dan por buenos con tal de tener un gobierno o una sociedad sostenible y –sobre todo- progresista.

Volviendo a The Man in the High Castle, les recuerdo que en el enlace https://www.rtve.es/filmoteca/no-do/ todavía disponen de un gran archivo histórico cinematográfico que refleja la España del Siglo XX, pero especialmente desde la postguerra hasta los años 80. Esas son las películas de la realidad que los actuales “demócratas de pacotilla” nos quieren enterrar.